El cielo tucumano y las bellezas paisajísticas de la provincia conforman una suerte de ofertas para los turistas de toda la República Argentina y para todos aquellos turistas extranjeros (europeos, estadounidenses, oceánicos y todas las nacionalidades posibles) que deseen pasar un buen momento en una de las "delicias" turísticas del norte. La hinchada, los socios, los plateístas, los aficionados al fútbol y los promotores de que el fútbol tucumano crezca, se hicieron presentes en el estadio Monumental José Fierro. Es que Atlético Tucumán recibía a Peñarol de Uruguay cuyo máxime fin era saber que destino iba a tener el conjunto dirigido por Pablo Lavallén en el certamen continental.  

La victoria conseguida en la jornada de ayer, más allá de las cuestiones meramente tácticas, de rodaje, de equipo que si analizaremos a fondo en estas líneas, no hizo más que darle la razón a aquellos escritores de autoyuda que hablan sobre que un equipo de fútbol debe ser el capitán de su destino. Eso ocurrió en las inmediaciones de 25 de mayo y Chile. La sociedad tucumana respira más que nunca el fútbol, pero no cualquier fútbol, esto es algo distinto ya que como ocurre con todas las ciudades que profesan "religiosamente" el deporte más hermoso del mundo (un guiño para Luis Omar Tapia) se suelen sumar a esta batahola que por momentos suele ser algo totalmente incontrolable.

El equipo tuvo un primer tiempo movido y dinámico por donde se lo vea. ¿La razón? Los pupilos de Diego Ramos se adelantaron en el campo, copando la media cancha y ubicando marcas pegajosas para con los jugadores de referencia ofensiva de Atlético: Fernando Zampedri y Luis Miguel Rodríguez. Eso sumado a la identidad de los equipos uruguayos, incluso la selección de aquel país lo hace desde 1930 con la obtención de la primer Copa del Mundo, que es innegociable y cuya característica principal es la entrega, el alma guerrera y un juego friccionado casi al límite del reglamento. Atlético apeló a pases en espacios cortos y allí ganó protagonismo el exjugador de Estudiantes y Nueva Chicago, David Barbona. Nery Leyes batalló y cumplió con creces la función de mediocampista central-tapón que le permite balance y equilibrio en el once inicial. Un punto a mejorar siguen siendo los centros que se deben a las desconcentraciones. Sin dudas será un apartado a trabajar por Pablo Lavallén y el cuerpo técnico.

El complemento fue radicalmente distinto y se jugó con la ansiedad de marcar un gol y asegurar como a de lugar los tres puntos. He ahí la aparición del emblema, del artillero y del goleador del momento: Fernando Zampedri acompañado por un experimentado como Leandro González. 

¿Atlético repetirá la misma fórmula contra Palmeiras? Lo que si es evidente que el equipo estará envalentonado para buscar, más que nunca, la clasificación.