Desde el minuto uno parecía que los planes de Marcelo Gallardo se caían. Milton Casco debió salir lesionado y uno supondría que el juego por la banda izquierda decaería. Sin embargo, el equipo arrastraba todo su juego a esa banda con el buen pie de Ariel Rojas y la extraordinaria actuación de Gonzalo Martínez, quien jugó el mejor partido desde el día que se puso la camiseta de la institución.

Marcelo Gallardo y sus dirigidos apostaron a dejar jugar a Boca hasta el mediocampo, presionar, recuperar y salir de contragolpe aprovechando la velocidad de Sebastián Driussi, Ignacio Fernández, Jorge Moreira y Gonzalo Martínez. Funcionó, y las pruebas me remito. Los dos goles convertidos en el primer tiempo llegaron de la misma manera. Recuperación en campo propio, pelota larga y ataque rápido y veloz.  

Ya en el complemento, River Plate cedió el balón peligrosamente a Boca, que tuvo muchísimas chances de empatar. Algo que no creo que haya sido planificado, sino que la misma obligación de Boca de empatar llevó el encuentro a estas instancias. En este esquema, un jugador como Alario entra muy poco en juego. Marcelo Gallardo lo entendió.

River lleva 13 partidos invicto, y en el torneo, sumó 2 de los últimos 24 puntos en juego.

Los ingresos de Carlos Auzqui y Rodrigo Mora permitieron cerrar mejor las bandas y evitar ataques por las mismas, pero a su vez, River no perdía velocidad en el caso de tener la chance de contragolpear. Y la tuvo. Con el partido casi finalizado, Nacho Fernández cortó un pase de los centrales de Boca, avanzó y habilitó a Sebastián Driussi, para que convierta el tercero y siga siendo el goleador del campeonato.

River Plate fue torazo en rodeo ajeno y no se achicó ni un poco en una cancha que históricamente fue difícil. Gran victoria, con absoluta superioridad y a solo cuatro puntos del puntero, con un partido menos (suma 45 puntos). El Muñeco Gallardo y sus dirigidos tienen hambre de títulos, y sin duda pelearan cualquiera que le pongan al frente.