Decepción y miedo son los sentimientos con los que muchos argentinos cuentan hoy. Desde el pasado jueves, por momentos, en los medios no se habla de política, de inseguridad o de diversos temas que suelen ser desarrollados en un diario, en un programa de radio o televisión. El tema que a todos preocupa es el de no poder ilusionarse, emocionarse y todo lo que genera estar en víspera de un mundial.

Un puñado de superestrellas del viejo continente se encuentra frente a una situación que hace rato se le ha salido de control. El presente que está atravesando el seleccionado argentino es un insulto para todos aquellos que llenaron de orgullo la camiseta que todo ciudadano del país quisiera vestir y defender.

Cuesta creer como un equipo que disputó tres finales en los últimos tres años, hoy está con un pie afuera del próximo mundial. Se hace referencia a estos tres subcampeonatos, por el simple hecho de que hoy el plantel cuenta con muchos futbolistas que formaron parte de esos momentos. Es fácil depositar la culpa en el entrenador, pero siendo francos, queda en evidencia que la causa va más allá de la cabeza del grupo.

Se puede decir que la falta de tiempo para entrenar y conocerse mejor con los compañeros es un factor, pero lo concreto es que todas las selecciones cuentan con la misma desventaja. O acaso los brasileños, que tan bien les va ¿juegan todos en el mismo club? Que el estilo de juego que propone el entrenador no es el indicado y paradojicamente muchos jugadores llevan a cabo el mismo en sus respectivos clubes.

Es momento de dejar las excusas de lado y ponerle el pecho a las balas, por más difícil que sea. Todos son conscientes de lo complicado que es jugar en la altura, pero las oportunidades más accesibles ya pasaron y hoy la única opción es ganar. Es momento de volver a hacer historia para plantar bandera en Rusia y sacarse la espina que dejó Brasil 2014.