Si para los hinchas de River Marcelo Gallardo es Napoleón ¿qué será Guillermo Barros Schelotto para los de Boca Juniors? Un ídolo como jugador, sin dudas, y el técnico que ilusionó e ilusiona a toda la hinchada. Bien conocido es la obsesión del pueblo xeneize por levantar la séptima Copa Libertadores de su historia y en este 2018 el conjunto de la Ribera tiene una nueva chance para volver al panorama internacional.

La llegada de los Mellizos Barros Schelotto transformó al equipo. No solo a lo que la conducta refiere, sino que además se produjo un proceso identitario. Boca hoy sabe a qué, cómo y porqué juega y, aunque haya perdido jugadores importantes como Carlos Tevez, Ricardo Centurión, Fernando Gago o Darío Benedetto, quienes entran a la cancha no desentonan pese a no tener el cartel de figuras o ídolos. Esto se debe a ese proceso identitario, eso que Guillermo logró transmitirles a sus jugadores a lo largo de su mandato.

Pese a ser puntero a lo largo de un año, el Xeneize no siempre jugó bien y el DT supo resolver en el momento que piezas cambiar para que su equipo sea más regular. El principal déficit a principio de año fue la defensa. Los laterales pasaban al ataque y no llegaban a defender, mientras que la zaga central hacía agua en una zona clave. Boca se mantuvo arriba por el gran poderío ofensivo que tenía, pero el equipo quedaba muy descompensado en el fondo y el técnico lo sabía. El Mellizo metió mano a tiempo en el once y su equipo logró consagrarse campeón del Campeonato de Primera División 2016/2017. Aunque con algunas dudas respecto al funcionamiento, los de la Ribera lograron sellar ese torneo que los tuvo como únicos punteros desde la fecha 12.

Para el comienzo de la Superliga, la dirigencia le dio un mimo a su DT y le trajo un hombre de experiencia para la última línea: Paolo Goltz. El ex Lanús, viejo conocido del Mellizo, hizo una gran dupla con Lisandro Magallán. Ellos le brindaron solidez a la zona más endeble de este Boca. 

El Xeneize comenzó siendo un relojito, funcionaba a la perfección cada una de sus piezas. Sin embargo, las lesiones de Gago y el Pipa Benedetto le trajeron, nuevamente, un dolor de cabeza al técnico. El ingreso de Nahitan Nández y el gran rendimiento de Pablo Pérez, opacaron la ausencia del capitán xeneize. 

Pero Guillermo debió resolver cómo reemplazar al goleador. El técnico metió mano y probó con Junior Benítez, ya que Walter Bou se encontraba lesionado. Este movimiento no le funcionó al DT y expuso demasiado a un jugador que, de por sí, tuvo un flojo rendimiento. El Mellizo volvió a cambiar y le dio la oportunidad a Guido Vadalá de mostrarse y el juvenil le respondió la confianza con un gol ante Arsenal.

El conjunto de la Ribera finalizó el año en la punta, merecido e indiscutido. Guillermo supo leer las falencias de su equipo y encontrar las piezas para modificarlo. Tal es así que el técnico finalizó la primer parte de la Superliga con un 80% de efectividad, cosechando solo dos derrotas.

Ahora, con la tranquilidad de haber finalizado el año puntero y clasificado a la Copa Libertadores 2018, Guillermo se meterá de lleno en conseguir la obsesión del pueblo xeneize: la séptima. De cumplir el objetivo, ¿cómo le dirán al DT? Por ahora, solo tiene un apodo: el ídolo.