Y un día la peor noticia se confirmó y es la que Arsenal descendió por primera vez a la B Nacional. Luego de 16 años en la élite del fútbol argentino que terminó con el final más doloroso para el hincha de Arsenal, pero con la frente en alto, por lo hecho en estos años.

En el encuentro por la fecha 22 de la Superliga Argentina, Arsenal conducido por Sergio Rondina empezó perdiendo como visitante ante Chacarita por 2-0 y la historia parecía ponerle un punto final, porque con un punto que sume Patronato, el Viaducto descendía.

Aun así, pudo emparejar el marcador con goles del capitán Claudio Corvalán y del joven Sebastián Lomonaco, pero no le alcanzó para llevarse los tres puntos, aunque realmente lo mereció por lo hecho en el segundo tiempo, aún así se volvió con la frente en alto.

No dependía de sí mismo, sino que Patronato no consiga los tres puntos ante Rosario Central. Y como la suerte nunca estuvo de su lado, el Patrón goleó por 3-0 al pobrísimo Canalla y automáticamente decretó que Arsenal descienda por primera vez a la B Nacional, luego de permanecer 16 años en la máxima categoría del fútbol argentino con una marca que dejó cinco títulos conseguidos.

Una historia que empezó en aquel 2002 y con 16 largas temporadas, donde pasaron muchas cosas buenas, pero también malas, que siempre terminaron redondeando una buena campaña. En esta oportunidad, seis jornadas antes se dictaminó el descenso en un equipo que batalló hasta el final pero no alcanzó.

Aun así el equipo de la zona baja que más sumó en esta segunda vuelta, no fue suficiente para alcanzar a Temperley y Olimpo que también están complicados y lo más seguro es que desciendan al igual que Chacarita.

Este descenso tiene que servir para que los dirigentes del club se den cuenta que hicieron mal las cosas y tengan que dar un paso al costado o arreglar sus errores sabiendo que el Arse tiene que volver a la primera división lo más pronto posible.

Errores como elecciones de técnico que no rindieron sus frutos, quizás alguno rindió, pero que en la mayoría y al final de todo no sirvió de mucho. Uno de los casos más ejemplares es el de Humberto Grondona