Un estilo que aún no ha muerto

Tanto el sistema como la alineación de la selección islandesa no son un secreto para nadie. Jugadores altos y fornidos, y sin gran destreza técnica obligan al técnico Heimir Hallgrímsson a apostar por el viejo estilo de juego alemán o inglés.

Un equipo compacto, que en ofensiva apuesta a la segunda pelota, es decir, envíos largos hacia los delanteros para que estos bajen el balón hacia un compañero y así avanzar en la cancha, y en defensa un equipo que no deja espacios, la presión en mitad del campo es mínima porque todos los jugadores se agrupan cerca de su área.

La pelota quieta cobra una importancia vital para el seleccionado insular, tanto en los tiros de esquina como en los laterales cerca del área contraria, los islandeses no se sonrojan a la hora de enviar mucha gente a cabecear, no por nada tienen el uno de los equipos más altos, en promedio, de la Copa del Mundo, sumado a un excelso pateador como Gylfi Sugurdsson.

El entrenador y todo el equipo están conscientes de las limitaciones técnicas del equipo en general, por lo que no intentan forzar lo que saben que tarda muchos años lograr. Por eso si uno analiza las estadísticas del equipo se encontrará con escasos partidos en los que Islandia se apodera de la posesión de la pelota, por lo general el equipo decide aguantar con dos líneas de cuatro bien marcadas y cuando logra recuperar la pelota intenta salir por los costados ya sea con Gudmundsson por la derecha o con Bjarnason por la izquierda.

Pocas variantes

La variación táctica que suele hacer el entrenador recae en la posición de Sigurdsson y la posibilidad de utilizar uno o dos centro delanteros. En las últimas presentaciones del seleccionado islandés el entrenador optó por jugar con dos referentes en el ataque, haciendo que el diez vikingo comparta el eje de la cancha con el “Mascherano islandés” Aron Gunnarsson. Con esta disposición es el número 17 quien ocupa una posición más estática de mediocentro defensivo, mientras que el volante del Everton se maneja con mayor libertad en el campo, siendo él el eje de la creación.

Su otra forma de juego, la cual utilizó en algunos partidos de la eliminatoria, le da más libertad a su estrella, pues el ingreso del volante del Udinese Emil Hallfredsson por uno de los centro delanteros le quita responsabilidades defensivas a Sigurdsson, permitiéndole concentrarse más en la creación y posicionándose como un media punta por detrás del nueve de area.

El problema aquí es que Islandia pierde una referencia aérea, por lo cual su juego se vuelve aún más predecible porque todos los balones largos recaerían en ese único delantero, que puede ser Finnbogason (1.84m) o Bodvarsson (1.92m), para bajarle las pelotas al diez y a los extremos, quienes se cierran un poco para ser alternativa de pase.

4-4-2
4-4-1-1

 

 

 

 

 

 

 

Espíritu amateur

El aspecto emocional es muy importante en el equipo también. Al ser un país tan chico todos los jugadores se conocen y han armado un grupo muy unido. Vidar Halldorsson (profesor de sociología) ha dicho que una de las virtudes de la selección es que han logrado hacerse más profesionales, pero no demasiado, que aún conservan elementos importantes del amateurismo como el trabajo en equipo, las amistades y el orgullo.

Esa misma ingenuidad amateur que los islandeses aseguran que ha sido clave para llegar a donde están también les puede jugar en contra, especialmente a la hora de defender. Cuando los atacan por los costados, los defensores suelen perder la referencia de los rivales que están en el área, no siempre acumular gente atrás asegura una buena defensa. Lo mismo pasa con la pelota parada cuando defienden, si bien tienen jugadores muy altos, su sistema de marcación en zona hace que al estar un poco faltos de disciplina, se generen huecos y espacios que un delantero con experiencia puede aprovechar.

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