Ayer fue una noche para no olvidar, ya que Patronato inició un antes y un después en el camino que está recorriendo en la primera división del fútbol argentino. Nadie, ni los periodistas, ni los hinchas, ni los aficionados, sabían que esperar del rojinegro en esta complicada situación. Contra todo pronóstico, la disputa dejó el marcador en 3-2 a favor de San Lorenzo.

Esto, si bien es una noticia triste, si llama la atención. Patronato jugó con garra, estimulación y se mostró bien organizado a diferencia de los anteriores partidos de la Superliga hasta el momento.

Quien mejoró notablemente su desempeño fue el mediocampista Gabriel Carabajal, uno de los que convirtió en este partido tan interesante de analizar. Se hizo sentir su presencia en el campo desde el minuto cero y, si bien el Ciclón inició ganando el partido, esto no desanimó al ex Godoy Cruz y siguió metiendo mano (o mejor dicho, pies) en cada oportunidad y lo hacía con fuerza, determinación y seguridad, sin dejar que el rival lo achicara y mucho menos el resultado.

El gol de Carabajal fue clave. Sucedió cinco minutos después de la conversión realizada por Pablo Ledesma y muchos la definen como una situación “rara”, debido a que la conversión se dio en la misma situación del anterior gol del ex Boca. Recibió una pelota que debía ser para Franco Mussis, de San Lorenzo, por parte de Ledesma, y se introdujo con discreción en el área chica entre los dos defensores centrales del Ciclón y convirtió el gol, definiendo un sorprendente 2-1.

En síntesis, Carabajal fue una pieza clave en este partido. Destacó por sus pases seguros y acertados, aquel sorprendente gol y su asistencia dentro de la zona de ataque. Todas estas aptitudes se vieron reforzadas por los otros jugadores que complementaron la estrategia del equipo y, sobretodo, vinieron bien para reforzar las esperanzas de un club que, se nota, no ha perdido las ilusiones.