La relación entre Gonzalo Martínez y la gente de River, en ya casi cuatro años de estadía en Núñez, ha ido de vaivén en vaivén; desde el "gesto" del ex Huracán tras convertir un gol, a ser la gran figura del equipo desde 2017, siendo abanderado en los partidos más trascendentes del último tiempo.

En la campaña de la Copa Libertadores 2015, Pity no jugó ni un minuto en las finales ante Tigres, dado que era opción de recambio. La irregularidad lo acompañó en sus primeros años en La Banda. No obstante, Marcelo Gallardo siempre confió en su 10 y en su capacidad, en sus gambetas, en su cambio de ritmo, en su remate, en su zurda y sobre todo, en su personalidad. Y Martínez respondió con creces, en los partidos que más se lo necesitó. Y esos partidos fueron nada menos que ante Boca Juniors, en los Superclásicos, en esos partidos que hacen historia.

El Pity tiene un registro más que positivo ante Boca: lo enfrentó en 11 Superclásico a oficiales, con cinco victorias, dos empates y cuatro derrotas; con tres goles anotados y dos asistencias entregadas. Ya en sus inicios fue una pesadilla para el Xeneize, nada menos que en el primer choque de los octavos de final de la Copa Libertadores 2015, en el Monumental, provocando la falta de Marín que fue el penal que Carlos Sánchez canjeó por gol y terminó siendo la ventaja justa para avanzar de llave y, posteriormente, conquistar América.

Foto: Bolavip.

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Los goles empezaron a venir el año pasado: en el choque en La Bombonera del Torneo de la Independencia 2016/17, justo el 14 de mayo de 2017 (dos años después del incidente del gas pimienta). Martínez abrió el marcador tras un centro de Sebastián Driussi, que calzó de primera, de zurda, al primer palo de Agustín Rossi. Un verdadero golazo del 10, que minutos después, asistió a Lucas Alario, que establecía el 2-0 parcial. Terminó 3-1 a favor de River, en una verdadera exhibición.

El segundo tanto en Superclásicos del 10 fue nada menos que en una final, la Supercopa Argentina, entre los campeones locales del 2017. Este duelo mano a mano se disputó en Mendoza, el 14 de marzo de este año, y Martínez fue la gran figura: abrió la cuenta de penal, en el primer tiempo, con un remate fuerte, al palo derecho de Rossi que eligió el otro lado, a la red. Un disparo que pesaba toneladas y que resolvió con sobriedad. Y en el complemento, tras una corrida memorable de Nacho Fernández, el Pity enganchó ante la marca de Frank Fabra, dejó sentado al colombiano y asistió a Ignacio Scocco para el 2-0 final y el trofeo, a Núñez.

Su tercer tanto fue en el Superclásico de la actual Superliga, en la Bombonera, donde el 10 se siente cómodo. Él mismo volvió a establecer la apertura del marcador, luego de un rebote que le quedó justo para su remate de zurda en el vértice del área: bombazo cruzado e inatajable para, otra vez, Rossi. Lamentablemente para el enganche, tuvo que salir por lesión, aunque River pudo llevarse otro triunfo en casa xeneize, por 2-0.

En la primera final de la Copa Libertadores, nuevamente en el estadio Alberto J. Armando, el 10 fue uno de los jugadores más activos de la cancha. En el segundo tanto del Millonario, él ejecutó el centro que derivó en el cabezazo y gol en contra de Carlos Izquierdoz. Es decir, siempre determinante en los derbys. Le queda el último antes de partir a Atlanta United de Estados Unidos. Si cuenta pendiente es anotar un gol en el Monumental contra Boca. Qué puede ser el gol más importante de su carrera. Un grito que marque historia. Pity, tantas veces resistido, ahora es el hombre clave para escribir una página dorada en la historia. ¿Tendrá esa despedida a pura gloria?

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