Pocos se hubieran imaginado este presente. Más allá del enorme envión en la recta final de la Superliga, el objetivo de la permanencia no pudo cumplirse (solo un milagro hubiera salvado al Matador con los números tan rojos), lo que implicó un golpe durísimo para el Club, los hinchas, jugadores y cuerpo técnico: el esfuerzo no fue suficiente, y después de 12 años, habrá que remarla nuevamente en el ascenso. No obstante, este equipo estaba para más.

Tigre volvió a golear 5-0 al Decano en casa, tal como ocurriera en 2016.

Tras ganarle a River en el Monumental y despedirse de la A con la frente bien en alto, llegó esta Copa de la Superliga en el momento ideal, con todo el plantel a disposición y con contrato. Néstor Gorosito supo potenciar lo mejor de cada futbolista, muchos cuestionados por bajos rendimientos, y armó un equipo copero, preparado para las llaves ida y vuelta, tal como lo hiciera en la Copa Sudamericana 2012. Ningún cruce de este certamen fue fácil: ante Colón, perdía 0-2 de local, con jugador menos, y terminó dándolo vuelta 3-2 Luego, en octavos de final, llegó Unión, que había ganado en la ida en Victoria y revirtió el marcador en Santa Fe. En cuartos, había que enfrentarse a Racing, el campeón del fútbol argentino. Y Tigre sacó diferencia en casa (2-0) y aguantó en Avellaneda, con un tanto agónico. Semifinalistas: tocaba Atlético Tucumán, quien venía de dejar afuera nada menos que a River.

El contexto poco ayudaba a Pipo: poco descanso y muchos lesionados, entre ellos toda la defensa titular (Néstor Moiraghi, Gerardo Alcoba y Lucas Rodríguez), los capitanes Martín Galmarini y Sebastián Prediger; sin Jorge Ortíz y sin la gran figura, Wlater Montillo. Teniendo que recurrir a los jugadores de recambio, ni se notaron tamañas ausencias: el Matador, recibido por un Coliseo totalmente lleno, fue superior al Decano en todo momento. Rapidamente sacó ventaja, tras una gran maniobra colectiva que terminó en Lucas Menossi, uno de los grandes valores de la cantera. Terminó el primer tiempo 2-0 arriba, pero pudieron ser más. Y en el complemento, en una ráfaga, Tigre noqueó al cuadro tucumano, marcando tres goles más y antes de los 60 minutos de juego, ya estaba 5-0 arriba. Ni el más optimista imaginaba esto.

Tigre es el equipo más goleador de la Copa Superliga: 15 goles.

Lo más difícil de la noche fue quedarse con una figura. Todo el equipo jugó 10 puntos. Menossi fue el patrón del medio, Diego Morales volvió al nivel de 2012, jugando el mejor encuentro desde su regreso, haciéndose cargo del fuego y tuvo premio con verdadero golazo de afuera del área. Juan Cavallaro, quien jugó por la ausencia de Montillo, se destapó anotando un doblete y entregando dos asistencias. Los delanteros, Janson y González, si bien no convirtieron, ayudaron permanentemente buscando espacios. Y Gonzalo Marinelli fue determinante para dejar su valla en cero, fundamental en estos cruces donde el gol de visitante pesa, y mucho.

La revancha será el próximo sábado, pero está en un 90% definido: Tigre será finalista hasta perdiendo por cuatro goles, y si anota uno solo, obligará a Atlético Tucumán a anotar siete. Solo una catástrofe deportiva privará al Matador de disputar la gran final en Córdoba ante Boca o Argentinos Juniors. Nadie quita está ilusión de por fin lograr la estrella bordada arriba del escudo. Faltan dos pasos, sin embargo, este plantel tiene confianza y recursos para concretar todos los sueños.