Este 2 de junio de 2019 quedará grabado a fuego en la historia y en los corazones de los hinchas tigrenses. Esta noche, en el Kempes, el Matador dio el rugido de su vida, venció a Boca y se quedó con la Copa de la Superliga, su primer título en Primera División. Con un plantel que superó la herida del descenso, el gran artífice de esta epopeya es Néstor Gorosito, quien agarró a un conjunto golpeado y lo convirtió en un equipo fuerte, competitivo y ganador. 

En su segunda etapa en Tigre, Pipo logró el 65% de los puntos: 10 triunfos, 3 empates y 3 caídas.

La vuelta de Pipo, tras el fracaso del ciclo de Mariano Echeverría, tuvo un comienzo con dudas, luego del episodio de la Copa Sudamericana 2012 (Tigre no salió a jugar el segundo tiempo ante Sao Paulo) y algunas declaraciones que no habían caído bien en el mundo Tigre. No obstante, todo eso quedó en el pasado. Gorosito tenía por delante un milagro: lograr la permanencia en Primera División, y a pesar de haber logrado 17 puntos de 21 en la recta final de la Superliga, no fue suficiente. El Matador se despedía de 12 años consecutivos en la máxima categoría, con la frente bien en alto.

El potencial que el entrenador había logrado de este Plantel era cosa seria: por lo tanto, esta Copa de la Superliga vino en un momento ideal. Tigre estaba para más. Tigre estaba para grandes cosas. Con esa mentalidad, Pipo se puso un objetivo que desembocó en esta estrella: confió en Marinelli, en Menossi y en Janson, mantuvo a Montillo como conductor, nunca dudó de Fede González y logró unidad.

El camino al éxito no fue nada fácil. Pasaron Colón (dando vuelta un 0-2), Unión (dando vuelta la serie en Santa Fe), Racing Club (el campeón de la Superliga), Atlético Tucumán (que había dejado afuera a River; y se le ganó con goleada 6-0 en el global) y Boca Juniors (uno de los mejores planteles de Sudamérica). Esta primera edición del trofeo avalado por Superliga tuvo su primera chapa con el escudo de Tigre.

Gorosito lo hizo: obtuvo su primer título como DT, carrera que empezó en 2002 en Nueva Chicago para luego pasar por San Lorenzo, Lanús, Rosario Central, Xerez y Almería de España, River, Argentinos Juniors, San Martín de San Juan y una primera etapa en el Matador. Se sacó esa dolorosa espina de la final que no se pudo completar en el Morumbí. Se sacó ese estigma y ahora tendrá nuevos desafíos: devolver a Tigre a la A y volver a disputar el máximo certamen del continente, tal como lo hizo en 2013. Se lleva la medalla de campeón a su casa.