River Plate obtuvo un gran triunfo de local ante Boca Juniors, en la ida de las Semifinales de la Copa Libertadores. Si bien el resultado de 2-0 no es determinante para sentenciar la llave, el nivel futbolístico y la actitud que ambos equipos mostraron, favorece mucho más a los entrenados por Marcelo Gallardo.

El Millonario no sorprendió en su rendimiento colectivo. Mostró un gran juego, con presión alta, buenas triangulaciones en ataque, subidas constantes de los laterales defensivos por los costados y aceptable solidez defensiva, como acostumbra habitualmente.

Lo mejor de River fue que más allá del gol de Rafaél Santos Borré, a los cinco minutos del cotejo, siempre fue ambicioso y buscó ampliar la diferencia en el marcador. Nunca decidió tirarse atrás a defender un 1-0 y evitar un posible gol de visitante que complicara la serie. Por todo lo contrario, aprovechó que Boca no supo cómo afrontar el partido tras el gol tempranero (al caerse el plan defensivo de Gustavo Alfaro, que le sirvió para arañar un 0-0, ante el Millonario en la Superliga).

La situación más clara que tuvo el visitante para convertir, fue en el primer tiempo, en una jugada en la que la defensa del local quedó mal posicionada en el retroceso, tras un córner a favor. Boca metió el contraataque con Ramón Ábila, quién le sirvió un buen pase a Nicolás Capaldo, para dejarlo mano a mano ante Franco Armani y el juvenil erró esa posibilidad, luego de definir muy cerca del área chica y mandar la pelota por arriba del travesaño. Después, no hubo más de Boca. Ni siquiera fue amenazante con la fortaleza del juego aéreo que podía preocupar a River, ya que ni siquiera tuvieron una chance nítida mediante esa vía.

River impidió el gol de visitante de Boca, un factor clave para la revancha 

Lo más preocupante para el Xeneize es que luego de ir 0-1 abajo en el marcador, no fue más ofensivo y se dedicó a defenderse durante el primer tiempo. Incluso, en la segunda etapa (cuando perdía 0-2), los futbolistas tardaban para ejecutar los laterales y los saques de metas. Dio la sensación de que Boca quería cerrar la serie 0-2 abajo, y evitar que el Millo le metiera el tercero. Para hacer un paralelismo, el desarrollo de este Superclásico fue similar al choque de ida del Millonario ante Cerro Porteño de Paraguay, pero con la diferencia de que los de Alfaro insinuaron un poco más en ataque, pero sin claridad.

Uno de los que salió reemplazado fue Franco Soldano. Es inentendible el hecho de que haya jugado de volante, a pesar de ser naturalmente un centrodelantero goleador, de 1,86 metros de estatura. En el segundo tiempo, entró Carlos Tévez en su lugar, quién no metió en apuros a Milton Casco. Ni tampoco pudieron doblegar a la defensa de River los ingresos de Mauro Zárate y de Eduardo Salvio, ni el intento de ser ofensivo del entrenador Alfaro. Se encontraron con muros defensivos, como Lucas Martínez Quarta y el experimentado capitán Javier Pinola, además de la presencia de Gonzalo Montiel y Milton Casco que corrieron bastante.

Otro futbolista de La Banda que hizo un gran partido defensivo fue Enzo Pérez, quién con el transcurso de los años se reinventó como volante central y se mostró bastante completo, ya que además de ser un posible primer pase para iniciar un ataque, también trabó con mucha agresividad y corrió bastante.

Párrafo aparte para la actuación del volante uruguayo Nicolás De La Cruz, quién fue un verdadero dolor de cabeza para la defensa de Boca, con sus subidas por la izquierda y tuvo un gran rendimiento individual. Lo volvió loco a Marcelo Weigandt, que en más de una oportunidad mostró su fastidio ante el Charrúa. Un similar desempeño tuvo Ignacio Fernández, quien a comparación de De La Cruz llegó a posición de gol e incluso puso el 2-0.

En definitiva, River pudo haber hecho más de dos goles ante su rival, porque tuvo varias ocasiones para marcar, lastimó muchísimo con jugadas por los dos costados de la cancha (con las subidas de los laterales Milton Casco y Gonzalo Montiel, que hicieron un buen partido en la ofensiva) y con sus delanteros que fueron un peligro constante. En la primera etapa, Borré y Matías Suárez casi siempre estuvieron bien posicionados para recibir y desmarcarse de la defensa rival, mientras que Ignacio Scocco hizo lo propio (cuando ingresó en el segundo tiempo) y estuvo a punto de poner el 3-0, con un cabezazo.

La llave no está cerrada, pero está bastante encaminada para River, porque el Boca de Alfaro va a tener que hacer algo que no está acostumbrado: salir a ser protagonista del partido y a buscar marcar por lo menos dos goles para ir a penales, con el condimento extra de que si la Banda marca un gol de visitante, lo complica aún más. Hay que tener en cuenta que el Millonario es actualmente el mejor equipo del fútbol argentino, en cuanto a juego y probablemente en individualidades también. Ayer se vio reflejado en la cancha.

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