Sin dudas que cuando hablamos de Maradona se vienen a la mente de todos los argentinos mucha emoción y recordar aquel brillante mundial de México de 1986 que quedara en la retina de todo amante de este deporte.

Diego Armando Maradona significó mucho en la vida de los argentinos, dejó una huella eterna y única en el fútbol argentino. Desde aquel gol tan recordado por los ingleses con la mano, catalogado como la “Mano de Dios” hasta el día de hoy lo siguen sufriendo, y como si fuera poco, unos minutos más tarde les marcaría el mejor gol de la historia de los mundiales. “Barrilete cósmico”, “el genio del fútbol mundial”, "de que planeta viniste" y entre otros relatos que quedaron enmarcados como una foto.

También fue el mismo Maradona quien logró conquistar una ciudad entera, y hablamos de Nápoles, donde todo comenzó en el año 1984 cuando fue presentado como nuevo jugador del conjunto italiano, el Napoli y el resto es historia. El argentino fue el gran estandarte de ese equipo al punto de llevarlo a ganar su primer Scudetto en 1987 y el primero en toda la historia del club, algo épico, imponiéndose por sobre los clubes más grande como el Inter, Milan y Juventus. Y no sería todo ya que repetiría el título tres años más tarde en 1990, agigantando su legado en el fútbol.

Pero otras de las caras del Diego fue su entrega aparte de su gran talento, y un claro ejemplo lo podemos dar en el Mundial de Italia 1990, donde seguramente a más de uno se le vendrá a la cabeza la gran jugada contra Brasil y el pase final para el gol de Caniggia o la imagen de su tobillo hinchado que parecía todo menos un pie.

Hoy en día, del otro lado de la cancha, sentado en el banco de suplentes, retornó al fútbol argentino para dirigir a Gimnasia de la Plata y el legado y los recuerdos siguen intactos, ya que los reconocimientos y los homenajes se los hacen en lo largo y ancho del país. A donde vaya Maradona es recibido con emoción y aplausos, y no es para menos por todo lo que le dio a la Argentina.