El fútbol tiene momentos de sumó éxtasis, como aquella final para la historia del 9 de diciembre de 2018 en Madrid, cuando River derrotaba 3-1 a Boca y ganaba su cuarta Copa Libertadores. En menos de un año, el Millonario tenía todo para lograr el bicampeonato y alzar la quinta. Estuvo a cinco minutos de lograrlo. Sin embargo, de una forma cruel, se quedó con las manos vacías. 

Desde la previa Flamengo llegaba con la chapa de candidato. Infalible en el Brasileirao, con jugadores de jerarquía europea, un entrenador de primer nivel, habiendo humillado a Gremio en semifinales y aguantando una espera de 38 años (justo hoy se cumplía el aniversario de la conquista del Mengao de 1981). River, si bien también llegaba con el envión de haber eliminado a Boca en semifinal, no estaba en su mejor versión. Aunque en el estadio Universitario de Lima, no se notó esa diferencia. 

La Banda dominó buena parte del primer tiempo, anulando a los talentosos del Fla, cortándole su dinámica, plantándose con inteligencia y abriendo el marcador a los 14 minutos, aprovechando un error de Filipe Luis que le quedó a Rafael Borré, que de primera, clavó un derechazo fulminante para Diego Alves. De entrada, River se ponía en ventaja.

Marcar un gol en una final tan pareja hizo relajar al equipo de Gallardo, que aguantó bien la ventana y se fue ganando al entretiempo. Como era de esperar, el cuadro carioca salió a atacar con. Más intensidad en la segunda etapa. Franco Armani se lucía con una tremenda tapada a Everton, en el área chica. Flamengo iba con todo su arsenal, con su equipo de alto presupuesto y con la presión de tantos años encima. Marcelo Gallardo decidió poner en cancha a Julián Álvarez, Lucas Pratto y Paulo Díaz para tratar de ganarlo en un contragolpe y sumar altura a la hora de defender. 

River aguantaba su gol y parecía que llevaba la final controlada. Hasta que aparecieron los errores fatales que costaron el título. Gabriel Barbosa, que hasta entonces no había tenido participación, al minuto 88, clavó el empate. Iban al alargue, pero inmediatamente y aprovechando el momento de desazón de River, otra vez Gabigol a los 91 estampó el 2-1 final (fue expulsado, al igual que Exequiel Palacios) para restar la locura de los brasileños que coparon Lima. En un abrir y cerrar de ojos, literalmente, River perdió la copa. 

Inexplicable el desenlace de una final que parecía tener otro destino. La jerarquía del delantero del Fla y la desinteligencia colectiva para defender el gol de Borré fueron los factores que fueron vuelta todo. Flamengo no fue superior, pero sí paciente y aprovechó al máximo las licencias del Millo. Luego de 38 años, Flamengo alza la Gloria Eterna. A River le toca masticar la medalla de plata y la tristeza por cómo se dio la finalísima.