Uno de los ejes de la discusión en el mundo del fútbol es aquel que enfrenta dos estilos diferentes para concebirlo. Por un lado, tenemos a la escuela que propone un fútbol lírico y vistoso, donde es fundamental hacer circular el balón de manera ordenada y evitar dividir las jugadas de manera innecesaria. Pero la otra mitad de la biblioteca futbolística considera verdaderamente relevante el hecho de ganar, independientemente de cómo se desarrolle el juego o del dominio que se pueda desplegar durante el transcurso del partido.

Ambas teorías son susceptibles de recibir críticas, puesto que ninguna idea llevada al extremo puede resultar jamás productiva. Cuando prendemos la televisión y ponemos un canal de deportes, periodistas prestigiosos nos agobian con el enfrentamiento vacuo de dos miradas extremas de esta antinomia: ¿El fútbol debe ser entendido como dinámica de lo impensado o como mecánica de lo trabajado? Claramente, esta especie de “riverboquización” de los dos estilos anteriormente mencionados no hace más que enredarnos en un asunto que en realidad no es tan complejo como se lo pretende maquillar.

Indudablemente, estos debates de café son tan recurrentes que son bien conocidos por los aficionados y aficionadas de cualquier club. Pero, ¿a qué viene esta peculiar introducción? Muy simple: durante este 2019, hemos leído, escuchado y participado de las discusiones en torno al modo de plantear los partidos por parte de los dos entrenadores que ha tenido Temperley.

El primer DT en cuestión es Cristian Aldirico, quien llegó en el 2018 para reemplazar a Gastón Esmerado, después de un decepcionante comienzo de temporada por parte de este último. El “Polaco” se caracteriza por plantear los encuentros con un fuerte estilo lirista, que prioriza mantener la posesión del balón, incluso si esta se da en el propio campo.

En anteriores clubes como Talleres de Escalada y UAI Urquiza, Aldirico fue elogiado por el valioso trabajo que lleva adelante, buscando que sus jugadores desplieguen un fútbol vistoso y con la pelota al piso. En otras palabras, el famoso “tiki tiki”. Obviamente, esto acarrea ciertos problemas. Es que el hecho de llevar a cabo un fútbol tan estructurado impide que se pueda ver algo sorpresivo en las jugadas, facilitándole las cosas al rival al ser demasiado previsible. Y vaya que esto le ha pasado al Temperley de Aldirico…

En el caso del elenco de Turdera, esta idea trajo muchas más dificultades que soluciones. Quizá los jugadores no se sentían del todo cómodos con el planteo; quizás las piezas no encajaban con esa estructura. Lo cierto es que la idea de Aldirico intentó ser llevada a cabo en dos planteles distintos, teniendo resultados adversos en ambas ocasiones. El intento de “ser vistoso” terminó provocando todo lo contrario en la percepción de los hinchas celestes.

Durante este año, Aldirico dirigió en 18 ocasiones a Temperley, con un resultado de 5 PG, 6 PE y 7 PP. Es decir que apenas obtuvo 21 puntos de 54 en disputa.

Dando vuelta la página, el elegido para suceder al anterior DT fue el experimentado Walter Perazzo, que venía de hacer una excelente campaña en Nueva Chicago.

Al llegar, declaró que se sentía identificado con la escuela futbolística de Estudiantes de La Plata, asociada comúnmente al bilardismo. Esta declaración dada a los colegas de “El Show de Temperley” tuvo un claro correlato con la forma de plantear los partidos. La idea de ser un equipo con solidez defensiva y la presencia del orden de la coreografía táctica pudo ser cristalizada gracias a la obtención de una impresionante racha de resultados.

Victorias memorables como las logradas en Santiago del Estero, San Juan y Vicente López se justificaron por la perseverancia de una idea de juego más bien conservadora y menos arriesgada que la demostrada por Aldirico. Si bien a veces las comparaciones son tiranas y peligrosas, nadie puede negar que los números de Temperley han mejorado notablemente desde la llegada de Perazzo.

¿Hay falencias por corregir? Por supuesto. De hecho, los constantes y excesivos retrocesos en el campo de juego cuando el “Gasolero” consigue ponerse en ventaja deriva en una peligrosa forma de defender el resultado, dependiendo de la jerarquía de Matías Castro para mantener el arco en cero. También hubo errores y quedó demostrada la dependencia del equipo respecto de los laterales Asís y Prieto en la derrota ante Ferro.

En este último tiempo, Temperley ha conseguido rachas que hace años no se producían. Esto derivó en que el equipo se encuentre cuarto en la tabla de posiciones (es decir, en zona de Reducido). Además, quedó sellada la clasificación a la próxima edición de la Copa Argentina.

Con Perazzo como DT, el “Cele” disputó 9 encuentros, con 6 PG, 2 PE y 1 PP.

Como balance se puede afirmar que fue un año con altibajos para Temperley, aunque los últimos números son más que auspiciosos. Lo inmediato es inspirador, pero lo fundamental es poder extender este buen andar a la segunda parte del torneo de la Primera Nacional, que tendrá lugar en el año 2020. 

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