El día después de una derrota dura siempre es el peor. Peor que el momento del pitazo final. Porque entran en juego todos los interrogantes, del por qué no se dio si estaba tan cerca, qué hubiera pasado si, qué habría hecho tal o cuál equipo. Como Lanús en 2017, como Flamengo en 2019, ahora Atlético Tucumán, que jugaba solo por su honor como local, le quitó el anhelo que tenía River para este año. El Millonario dependía de sí mismo para ser campeón, pero solo pudo empatar en el José Fierro, y Boca cumplió los deberes en La Bombonera, ganó y se llevó el premio mayor.

La derrota duele más por el hecho de que el ganador fue Boca, que en este año corrió de atrás.

Cada derrota copera dolió mucho en el plantel de Marcelo Gallardo, pero esta se diferencia a otras: a comienzo de año, el Millo se adueñó de la punta, y a falta de dos fechas llevaba tres puntos de ventaja. Boca ganó sus últimos seis partidos, y River empató en las dos jornadas finales. Tan simple como eso. Un punto hizo la diferencia. River se quedó sin energía en el sprint final, incluso jugando en nivel alto. No le alcanzó. A pesar del mal arbitraje de Patricio Loustau y de los jueces de línea, La Banda no supo conservar esa ventaja que cualquier equipo anhelaría en la final de un campeonato. Pagó caro el empate contra Defensa y Justicia en el Monumental pero también la pésima campaña jugando en casa durante 2019 (cuatro derrotas en Núñez, algunas insólitas como contra Vélez y San Lorenzo). Boca hizo su parte, sumó 19 puntos de 21 en la recta final. River, 17. 

Tras el cotejo en el José Fierro, el Muñeco trató de poner paños fríos y pensar en lo que viene. Se trabajó mucho para conseguir este certamen, que volvió a esfumarse y sigue siendo la deuda pendiente. Esta semana, River volverá a jugar por la Libertadores, la cual empezó con una derrota por 0-3 en Quito (se guardaron a todos los jugadores para Tucumán) y seguirá recibiendo a Binacional de Perú. En el Grupo D, a River todavía le queda viajar a la altura de Juliaca y al Morumbí, y afrontará los tres compromisos en el Monumental a puertas cerradas. Por ello, avanzar de fase en el torneo continental será una tarea titánica. 

La semana que viene, comenzará la Copa de la Superliga, posiblemente su última edición. Hay que tener en cuenta que consta de una fase regular de 11 partidos, que computan para la clasificación a las copas internacionales de 2021. River se encuentra en óptima posición pensando en la edición 2021 de la Libertadores. Además, cuenta como título oficial, lo que puede aplacar la amargura de este trago. Asimismo, en mayo, jugará contra Racing por la Supercopa Argentina, aquella que supo ganarle a Boca en 2018.

¿Renovación?

Está claro, y quedó demostrado ante Liga de Quito, que Gallardo cuenta con un once ideal y dos o tres recambios potables. Los suplentes están lejos de la versión que ofrece el primer equipo, y hay varios referentes que, se siente, ya cumplieron un ciclo: Ignacio Scocco tiene pensado regresar a Newell's, Lucas Pratto hace casi un año no convierte un gol, Leonardo Ponzio renovó hasta 2021 pero su función parece estar más ligada al liderazgo en el vestuario que adentro de la cancha, Javier Pinola es el capitán, pero dejó de ser una garantía en el fondo. En la Copa Superliga, puede probar con algunas piezas opcionales como Cristian FerreiraJorge Carrascal y los juveniles. 

Uno de los jugadores a vender, en un club con los números en rojo, es Lucas Martínez Quarta. Una buena oferta lo hará armar las valijas, aunque Robert Rojas demostró que puede ser el 2 de River. Y habrá ofertas por Ignacio Fernández y Nicolás De La Cruz, los jugadores más desequilibrantes del plantel. 

Quedan aún tres meses para el mercado de invierno. Tres meses largos, con el ánimo por el suelo, pero con motivaciones al corto plazo. Que habrá renovación, seguro. Que va a costar superar esto, sin dudas. No obstante, Gallardo sigue siendo el DT y el mejor plantel del fútbol argentino sigue estando en Núñez. Esto continúa.

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