Se cumplen 20 años de que Boca Juniors elimino a River por Copa Libertadores 2000, ganando, goleando y gustando. El marcador final sería 3 a 0 con diferentes particularidades como la vuelta de Martín Palermo luego de una larga lesión, el caño de Román a Yepes, y el gol del Titán para coronar una noche mágica. 

Luego de la derrota en el Monumental en el primer partido de la serie (2-1, Gol de J.R. Riquelme de tiro libre) Boca debía ganar si o si el partido de vuelta, que se jugó el 24 de mayo del 2000. Un joven Riquelme manejaba los hilos de un equipo con solidez pero que le faltaba el salto de calidad, y vaya si lo daría.

El partido comenzó en la semana previa, con declaraciones polémicas del confianzudo Américo “Tolo” Gallego, DT de River en ese momento, “Si Bianchi pone a Palermo, yo pongo a Enzo” dijo. River confiado por la victoria en la IDA iría a la Bombonera a aguantar el partido. 

Boca ganó, gustó y goleó a River esa noche, con un Riquelme excepcional y totalmente influyente en el desarrollo del partido. La noche del muletazo como se la conoce, porque Martín Palermo entró en el ST y marcó el 3-0 definitivo para eliminar a River. Los goles los hicieron el Marcelo Chelo Delgado, Riquelme de Penal, y Martin Palermo. El encuentro tuvo un PT parejo, Boca no se enloqueció y se fue al descanso 0-0. Al los pocos minutos del ST ingresaría Sebastián Battaglia quien daría un giro rotundo al encuentro. Luego del primer gol, Battaglia ejecuta un caño en el borde del área, ingresa a ella y le comenten penal. De aquel penal Román haría su gol para dar vuelta la serie. En los minutos finales y con un River jugado en ataque, Boca llegaría con espacios en el área, la para solito y solo Martín Palermo, se acomoda y mete el tercer gol y definitivo que llevó a Boca a semifinales. 

Esta noche también es recordada porque Juan Román en una mítica jugada, paraba la pelota, gambeteaba a uno quedándose de espaldas sobre la línea del lateral, lugar donde lo iría a marcar Mario Yepes. Román al encontrarse sin espacios y opciones de pase, decidiría ejecutar la obra maestra del caño más bello del mundo, dejando al defensor millonario en ridículo. 

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