Va a quedar para la historia. Se la contarán de generación en generación. Privilegiado el que pudo vivirla y mucho más el que pudo ir a ver ese partido al estadio. Es que no fue un partido más. Fue la final más importante de todas.

¿Qué hincha no desea ver ganar al club de sus amores una final, de la copa continental más importante del continente y que salga campeón por vencer en la final al rival de toda la vida? Todos.

Imaginar una final de Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors era algo impensado, hasta hace un tiempo atrás, ya que los equipos de un mismo país debían eliminarse en semifinales para que la final sea entre dos clubes de distintos países. Sin embargo, en 2018 se dio.

Ese 2018 fue mágico para River. Estuvo tocado por la varita mágica. No lo entrenaba un mago, sino Marcelo Gallardo. Un simple hombre, un mortal, aunque muy capacitado. Pero ese efecto de varita mágica en el 2018 no fue algo de pura casualidad, sino que se dio como fruto de un importante trabajo y compromiso que llevó adelante el plantel y el cuerpo técnico. Ya venían de ganarle una final de Supercopa Argentina al Xeneize en marzo y a fin de ese año debía enfrentarlo nuevamente en una final, ni más ni menos que de Copa Libertadores. La madre de todas las finales. La más importante de la historia.

Era un ante un Boca que venía entonado (había dejado afuera a Palmeiras de Brasil, con mucha autoridad) y con sed de revancha. Mientras que River seguía con la seriedad de equipo característica de estos últimos tiempos. Nada más y nada menos había eliminado a Gremio de Brasil, vigente campeón de América de ese tiempo. Un equipo que no era duro. Era durísimo. Así y todo, el Millonario lo dejó afuera de la Libertadores, en condición de visitante.

La pregunta era: ¿Estaba Argentina preparada para afrontar una final de Copa Libertadores entre los dos clubes más importante del país? La respuesta es no. Ya se explicará y demostrará más adelante. Sin embargo, nada podía parar esa tremenda cita futbolística, que no solo repercutía a nivel nacional, sino que también lo hacía a nivel mundial.

El partido de ida se jugó en La Bombonera, en la cancha de Boca. Una ola de hinchas del Xeneize colmaron el escenario y reventaron el estadio, con gritos ensordecedores. Era un escenario imponente y Gonzalo Pity Martínez los miraba desafiantemente a los aficionados del club, al entrar a la cancha. Nada intimidó al equipo de Gallardo.

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El Pity Martínez preparado para jugar la primer de las dos finales ante Boca. Foto: Web.

La final de ida fue 2-2 y el Millonario empató dos veces el partido, tras ir en desventaja. Pudo haberlo ganado y perdido. Esa atajada de Franco Armani a Darío Benedetto fue sin dudas la parada más importante de un arquero, en los 60 años de historia de la Copa Libertadores. Significó llevarse un valioso empate de visitante ante el eterno rival y definir en casa.

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Armani puso todo su cuerpo para evitar el gol de Benedetto y el 3-2 de Boca. Foto: Web.

Posteriormente, cuando se iba a disputar la final de vuelta de la Copa Libertadores 2018, los energúmenos que arrojaron piedras al micro que llevaba al plantel de Boca, demostraron que Argentina no estaba preparada para afrontar una final de esas características. ¿Que pasó? La Conmebol decidió que la final de vuelta de la Copa Libertadores de América se juegue en Madrid, en la capital de España. Una locura.

River perdió la ventaja de su localía, casi todos los hinchas que tenían su boleto para asistir a la final de vuelta en el estadio Monumental perdieron la chance de ver a su equipo campeón de América ante su eterno rival en la cancha y la Conmebol perdía su seriedad. Sin embargo, se dice que de todo lo malo algo bueno se saca.

La final de vuelta se disputó en el estadio Santiago Bernabeu, la "Casablanca" del fútbol mundial, la cancha de Real Madrid, el legendario club europeo. Lo bueno de todo eso, es que el equipo de Marcelo Gallardo tenía una oportunidad única de hacer historia ante los ojos del mundo y quedar en la historia grande del fútbol mundial, latinoamericano, argentino y de River.

La finalísima de la Libertadores, fue muy aspera y adversa en el principio para los de Nuñez. Todo parecía perdido y que además del descenso al Nacional B en 2011, otra mancha más se le venía en su historia, cuando Darío Benedetto metía el primer gol del partido, mientras le sacaba la lengua a Gonzalo Montiel. Sin embargo, el River de Gallardo está formado para enfrentarse a situaciones bravas y sobreponerse.

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La burla del Pipa Benedetto a Gonzalo Montiel, tras poner el 1-0 a favor de Boca. Foto: Web.

En el segundo tiempo llegó el empate de Lucas Pratto y la superfinal se fue al alargue. En la segunda parte de la prórroga, Juan Fernando Quintero había sacado un terrible disparo, desde afuera del área, que hizo reventar el travesaño para que luego la pelota ingrese en el arco de Esteban Andrada y se desate la euforia de los aficionados de River, que se desahogaron con un grito de gol, que era más que un simple gol. Era el gol más importante de la historia de River.

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El remate de Juanfer Quintero que terminó en el  2-1 de esa final. Foto: Web.

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Luego la Banda sufrió, con el tiro de Leonardo Jara en el palo y con algunas arremetidas de Boca. Sin embargo, al final había llegado la frutilla del postre: El famoso tercer gol, convertido por Gonzalo Pity Martínez, que se fue solo contra el arco de los Bosteros para meterle el 3-1 y llenar de alegría al pueblo Riverplatense.

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Con el arco libre y medio campo para que avance en libertad, el Pity Martínez corrió para estampar el 3-1 en la final de Madrid. Foto: Web.

Esa copa se festejó tanto, que la misma resaca hizo que el Millonario perdiera días mas tarde ante el humilde Al Ain de Emiratos Arabes, en el Mundial de Clubes. Tranquilamente se podría decir que esa derrota pudiera ser una de las peores de la historia del club. Sin embargo, pareció una más. Lógicamente pudo haber un poco de bronca, pero pasó rápido.

Es que: ¿Quién quita lo bailado? Esa Copa Libertadores se festeja hasta el día de hoy. Cada vez que un hincha del Millonario se acuerda de ese 9 de diciembre de 2018, se le alegra la vida, se le dibuja una sonrisa y hasta se olvida de los problemas diarios.

Los hinchas de River van a festejar cada 9 de diciembre que vencieron a su eterno rival, en una final de Libertadores. Esto vale más que cualquier descenso del archirrival. Es una felicidad propia, generada por el mismo club ganador y no una felicidad dada por un equipo ajeno. Alegrarse de los fracasos ajenos, es de mediocres. Pero alegrarse por los logros propios es gratificante.

Los goles de la final de Libertadores en Madrid: