Fernández arrancó el partido jugando como mediocampista por la izquierda, aunque se movió por todo el frente de ataque mientras estuvo en cancha. Durante todo el encuentro fue impredecible para sus marcadores, al ser inquieto y aparecer por varias zonas del campo de juego. Con la salida de Chuky Ferreyra, se posicionó en la delantera junto a Leandro Benegas, y cumplió la misma función de pedir la pelota constantemente para avanzar, o terminar jugadas. La más clara del primer tiempo fue para él, con su clásica jugada: enganche y remate de zurda, pero Meza logró atajarla. La calidad técnica del 9 es, posiblemente, la más elevada del plantel, pero él la hace valer más con su compromiso, con la entrega que tiene para correr cada pelota, para retroceder y dar una mano a sus compañeros y, sobre todo, para animarse y confiar en sus cualidades. Es que de esto último, que parece simple en un futbolista profesional, radica la clave del triunfo de hoy: Fernández fue quien empujó cuando el equipo estaba en desventaja, generó casi la única ocasión en el complemento hasta la remontada y se tuvo confianza en situaciones en las que otros se hubiesen parado a pensar. El empate llega por una volea que el ex Godoy Cruz remató desde casi el borde del área grande, y pudo clavarla en un ángulo con ayuda de un pequeño desvío. Pero, no conforme con esto, en la jugada siguiente (con superioridad numérica) el delantero decide patear en lugar de trasladar de más o arriesgar con el pase, y concretó así el marcador final. A los 90, salió extenuado y lo reemplazó Joaquín Laso.

Esta confianza, a veces en exceso, y su impetuosidad, son también el motivo del "amor-odio" marcado que hay hacia el jugador: sus impulsos muchas veces lo llevan a apurarse, o inclinarse por la decisión más difícil, teniendo arranques que ilusionan, pero él mismo termina mal o en las ocasiones que elige insistir con una jugada puntual cuando esta no le sale. Pero, más allá de esto, Leandro Fernández dejó claro que es quien más siente la camiseta en el plantel actual, adaptándose a lo que le pide el entrenador, corriendo como un mediocampista y buscando desequilibrar siempre sin miedo a cometer un error.

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