El porcentaje de los jóvenes que logran vivir del fútbol profesional es menor al 1%; por ello obstaculizar que los niños tengan una buena educación transforma automáticamente al fútbol juvenil en un impedimento al buen desarrollo socio económico-cultural del futuro de los menores que desean llegar a ser profesionales y no lo logran.  

Argentina es uno de los países del tercer mundo; una de las características más peculiares que allí lo ubica es justamente el nivel educativo. Sabemos fehacientemente que cuanta más educación pueda recibir un individuo, mejor serán sus posibilidades de desarrollarse a lo largo de la vida para poder adquirir un empleo de categoría.  

Las categorías infantiles del fútbol argentino –ya sea por horarios de entrenamientos, encuentros amistosos, partidos oficiales- obliga a desproteger la educación escolar de los infantes.  La mayoría de los clubes realizan sus entrenamientos a primera hora de la mañana o media tarde; interrumpiendo de este modo, la posibilidad de que el niño asista a clases en doble escolaridad; en el mejor de los casos –minutario- afecta solo a un turno escolar por lo que a pesar de entrenar tienen aún la posibilidad de asistir a la mañana o tarde a una institución educativa.  

Pero aún teniendo la posibilidad de asistir a uno de los dos turnos, se ven afectados en cierta parte aquellos que por entrenar a la mañana deben asistir al segundo turno obligatoriamente; ya que es de público conocimiento que decae notoriamente el nivel educativo de las instituciones en el turno tarde.  

Objetamos –desde nuestro humilde lugar- la posibilidad de rever esta situación ya que existen muchos casos de futbolistas profesionales que no sólo han concluido sus estudios iniciales, sino que también han logrado obtener un título terciario y hasta en el mejor de los casos, universitarios; a pesar de que correspondan al menor número, abre la ilusión de demostrar que es posible llevar a cabo una carrera de fútbol profesional sin quitarles la posibilidad de un buen desarrollo estudiantil.  

Un gran porcentaje –por no decir su totalidad- de los menores que comienzan a desarrollarse en las categorías infantiles del fútbol argentino, llegan al mismo con un nivel socio económico – cultural bajo.   
 
Teniendo en cuenta el bajo porcentaje de logro profesional en el fútbol y con la gran cantidad de niños que anhelan llegar a poder vivir de este deporte, aumenta cada vez más el porcentaje de la población que queda sin recursos tanto educativos, como deportivos; quedando de este modo, marginados de la sociedad. 

Existen, dentro de los planteles profesionales de primera división, gran cantidad de jugadores que han llegado a la máxima categoría viéndose obligados a dejar de lado sus estudios para poder consagrarse futbolísticamente, por cuestiones de horarios -como intentamos explicar anteriormente- o por tener que salir a trabajar para sustentar económicamente su hogar y utilizando el tiempo libre para poder dedicarlo al fútbol, descartando totalmente la posibilidad de estudiar. Ven hoy repetir estos pasos en las categorías infantiles y desean que se pueda modificar o al menos considerar hacer una leve mejora en el asunto.  

Debería la AFA -como ente responsable del tema- en el contexto de nuestro país, exigir a los clubes –de todas las categorías- a que sus jugadores concurran regularmente a clases; dependiendo –casi como un factor desencadenante- de esto la posibilidad de pertenecer a un plantel.   

¡Seamos concientes, que la educación juegue en el mismo once que el fútbol!