Un chico que madrugaba, trabajaba y perseguía un sueño. Esa es la persona que hoy, por negligencia, mala fortuna o causas que se tendrán que investigar a futuro, fue arrancado de su vida.

Matías Kruger había cumplido 24 años el pasado 27 de marzo, y era una pieza importante del equipo azul y oro de futsal. El domingo pasado había sido expulsado en su último partido, la primera final de la liga argentina que su equipo perdió 4-1 ante Kimberley. No pudo tener revancha, ya que durante esta madrugada y mientras reparaba el sistema de aire acondicionado de una formación de la línea H, recibió una descarga de 1.500 voltios contra la que no pudo ni luchar.

Sus compañeros y familiares lo fueron recordando durante el día mediante distintos medios. Constantino Vaporaki, jugador y compañero de Matías en Boca y la selección, escribió en twitter una sentida despedida: "Y te me vas sin darme tiempo a pagarte el alfajor que te debía.. Me quedo con el abrazo que me diste ayer. Descansa en paz, campeón".

Kruger no había sido convocado al Mundial que ganó el conjunto albiceleste, pero había sido de la partida en varios amistosos previos, por lo que su entrenador en Boca, Hernán Garcías, aseguró que "Tenía una enorme proyección, e incluso te diría que era uno de los de más proyección de nuestro deporte. A pesar de no haber jugador el Mundial pasado, integraba el grupo que venía siendo convocado. Es un golpe terrible". Tambíen se deshizo en elogios para uno de sus mejores defensores, asegurando que Matías entrenaba todos los días, terminaba a las 22.00 y se iba a su trabajo, en el cual hacía horas nocturnas en el subte. Como él, muchos otros chicos estudian y trabajan. Más allá de ser campeones del mundo, en el país no tenemos una estructura para que los jugadores de la Selección puedan vivir de esto".

Y quizás esa haya sido una de las causas de su muerte. La ausencia de una estructura que sostenga a jugadores importantes de un deporte en el que Argentina demostró ser el mejor del mundo hace meses, y que ahora tiene a todo el país lamentando la pérdida de un chico que solo quería jugar en Boca y representar a su país. Un chico que estaba contento porque su trabajo en el subte no lo dejaba cansado para poder jugar. Otro golpe doloroso en un 2016 que parece no agotar nunca su fuente de malas noticias.