Hace falta remontarse a las épocas de Darío Franco como entrenador del Sabalero para saber en el momento que desembarcó el tren Barsottini en la estación Colón. Parece lejano, pero sucedió hace poco más de un año, el 15 de marzo del 2016 para ser más precisos.

Pucho, como se lo apoda vulgarmente, llegó en medio de una operación expeditiva por parte de la dirigencia presidida por Marcelo Ferraro, debido a una lesión de Yamil Garnier, el héroe contemporáneo Rojinegro, al cual la recuperación le demandaría alrededor de 6 meses.
Llegó con los laureles de ser un defensor aguerrido y hábil en las alturas cercanas a los tres palos propios y contrarios, sin embargo, en Gimnasia y Esgrima de La Plata con Pedro Troglio como estratega no tenía lugar como habitual titular. Usaría la casaca número 33, aquella que supo vestir con mucho prestigio Marcelo Goux.

Rápidamente, con apenas tres prácticas junto al plantel en su lomo, el DT por ese entonces decidió incluirlo como titular en un partido trascendental contra Unión de Santa Fe en el estadio Brigadier Estanislao Lopez. La apuesta, quizá por ser algo desprolija, salió mal. El resultado del clásico fue 0 – 3 a favor del Tatengue (el tercer gol, producto de un penal por mano de Barso en el área propia) en el Barrio Centenario. Comenzaba a pender de un hilo el futuro del DT de Colón.

En su tercer partido como titular frente a Patronato, logró marcar su primer gol con la casaca rojinegra, fue a los cuatro minutos del segundo tiempo a la salida de un tiro de esquina. Comenzaba a demostrar su habilidad en el juego aéreo. Sin embargo, llegado el final del partido, a los 45 minutos del segundo tiempo en una muestra de atropello y vehemencia, cometió un penal insólito que le dio al Patrón la posibilidad de igualar el encuentro. El partido finalizaría 2 – 2. Otro revés para el DT Sabalero.   

Llegaría su cuarto partido, contra Sarmiento de Junín, sería en éste encuentro cuando marcaría su segundo gol con la sangre y luto. Lastimosamente, fue contra su propia valla para darle el triunfo al equipo contrario y así darle fin a la carrera de Darío Franco como entrenador, en las vísperas de una nueva edición del clásico santafesino.

Pasarían luego tres técnicos por el banco Sabalero (Ricardo Johansen, Paolo Montero y Eduardo Domínguez) y con ninguno de ellos tuvo un lugar preponderante dentro del equipo titular, siendo casi siempre opción de recambio y en ocasiones, ni siquiera tenido en cuenta. A principio de año ante un sondeo de Platense, decidió continuar en Colón ilusionado con la promesa de Eduardo: “Arrancan todos iguales”. Fue así que en la primera fecha del torneo contra Olimpo de Bahía Blanca fue al banco.

Quizá viendo que sus posibilidades están bastante acotadas, (es la cuarta alternativa en defensa detrás de Germán Conti, Guillermo Ortíz y Emmanuel Olivera y contra Unión en la última fecha no fue ni siquiera convocado), decidió a los 35 años torcer el rumbo de su carrera y seguir hacia otro destino: La estación Ferro.