En diez fechas disputadas de la Superliga, el Gimnasia de Mariano Soso había caído derrotado en seis partidos. Números muy malos teniendo en cuenta las expectativas que estaban depositadas en este 'proyecto futbolístico' totalmente innovador para el club platense.

La derrota ante Belgrano siete días antes fue un golpe al mentón demasiado duro para el Tripero. El equipo estuvo muy lejos de repetir las actuaciones que había tenido en el estadio del Bosque ante Vélez y Patronato (ambas sendas victorias), por lo que tenía la ilusión de consolidarse en condición de visitante. Sin embargo, esto estuvo muy lejos de suceder y se trajo un 0-2 en contra y muchas dudas en torno al futuro de Soso en la conducción técnica.

Los días previos al compromiso ante River fueron un mar de interrogantes en torno al futuro del técnico como del equipo. Aclarada la continuidad de Soso en el timón del barco, el centro de las miradas se dirigían a cómo iba a estar compuesto el once inicial del Lobo ante el Millonario.

Que salía Facundo Oreja, Manuel Guanini o Lucas Licht. Eran los candidatos que se rumoreaba como una especia de volantazo por parte del cuerpo técnico. De igual manera, en los ensayos futbolísticos de la semana, el entrenador utilizó a los mismos futbolistas que habían perdido ante el Pirata, por lo que se vislumbraba que no iba a hacer modificaciones para el siguiente encuentro.

Pero una sorpresita tenía Soso bajo la manga: sacó a Lorenzo Faravelli y ubicó en su lugar al juvenil Agustín Bolivar. Esta decisión fue todo un acierto, ya que ante River, el mediocampista surgido de las divisiones inferiores Mens Sana fue una rueda de auxilio para Fabián Rinaudo y además, no le otorgó libertades a Ignacio Fernández a la hora de crear juego para el elenco conducido por Marcelo Gallardo.

Gimnasia, inteligente en todas sus líneas, apretó al Millonario en todos los sectores del campo de juego y no lo dejó jugar con comodidad. En varias ocasiones, Dibble y Mazzola quedaron mano a mano con Maidana y Pinola, en donde los atacantes del Lobo ganaron varios duelos ante los zagueros riverplatenses.

Tras el gol de Nicolás Colazo, el Lobo no se dejó llevar por la tranquilidad de haber abierto el marcador y continuó con su libreto. A pesar del descuento de Ignacio Sccoco, Gimnasia siguió buscando el segundo tanto por todas las maneras posibles. Incluso, Dibble tuvo un mano a mano ante Enrique Bologna, quien le adivinó la intención.

Pero sobre el final, Brahian Aleman frotó la lamparita mágica y desde su pie izquierdo sacó un zapatazo desde afuera del área que se coló adentro del arco del 'Beto' Bologna, que nada pudo hacer. Triunfo para el Lobo, que encontró aire puro a través de su jugador más talentoso.

Como se hace costumbre, el barco se volvió a enderezar en 60 y 118, por lo que ahora en más deberá naufragar correctamente cuando le toque salir de su territorio. El próximo objetivo será en Avellaneda, ante el golpeado Racing Club.

Allí, Soso tratará de inculcarles a sus futbolistas la confianza necesaria para llevar su idea de juego fuera de la ciudad de La Plata. Pasó una prueba de fuego y no se quemó. Ahora, se viene un rival de mucho peligro, tal vez un poco herido, pero que cuenta con jugadores desequilibrantes que te pueden complicar en cualquier momento.

Luego del choque ante la Academia, será momento de revisar los papeles y corregir los errores que se cometieron. Gimnasia no puede darse el lujo de realizar otra rueda de campeonato paupérrimo en cantidad de puntos alcanzados para no sufrir con los promedios en el siguiente campeonato.

Pasó River con un aprobado. Ahora, vendrá Racing, el receso de verano y luego el reinicio del campeonato, que tendrá en el fixture a Rosario Central, Arsenal y, después, nada más y nada menos que el clásico ante Estudiantes en el Bosque. Pero para eso falta mucho.