Vale la pena retroceder en el tiempo para recordar que Independiente venía de años muy difíciles, quebrado institucional, económica y futbolísticamente. Venía de salir último en el Clausura 2002 pero con apoyos económicos y un equipo casi alquilado por la cantidad de préstamos, logró salir adelante. Primero se logró un buen arranque para comenzar a alejarse de la zona de descenso. Pero pronto se confirmó que aquel equipo estaba para mucho más.

En la cuarta fecha, El Monumental fue testigo de un clásico de Avellaneda inolvidable para los hinchas de Independiente: los dirigidos por Américo Rubén Gallego golearon 4-1 a Racing y comenzaban a mostrar chapa de candidato. Llegó más tarde una buena victoria en Liniers ante Vélez. No obstante, el delirio llegó en Avellaneda cuando el Rojo aplastó por 7-1 a Colón de Santa Fe.

Aquella noche, Independiente salió a la cancha con Damián Albil; Juan José Serrizuela, Matías Villavicencio, Gabriel Milito, Federico Domínguez; Leonel Ríos, Castagno Suárez, Pablo Guiñazú; Daniel Montenegro, Federico Insúa; Andrés Silvera. Fueron bajas el arquero Leonardo Díaz y el defensor central Hernán Franco.

El trámite se enderezó con velocidad y algo de fortuna: a los 14 minutos del primer tiempo, Javier Delgado anotó en su propia valla. Enseguida, Daniel Montenegro le quemó las manos a Joaquín Irigoytía con un remate desde afuera del área: el arquero no pudo contener y aunque intentó sacarla en la línea, la pelota ingresó. Por las dudas Silvera volvía a enviarla a la red. Justamente, el “Cuqui” hizo gala de su calidad en la definición antes del primer tiempo: a pase de Montenegro, colocó el 3-0.

Colón estaba desmoronado anímicamente y por adelantarse en el campo generó muchos espacios para la velocidad del ataque Rojo. En el arranque del segundo tiempo y tras una gran jugada de Silvera, Leonel Ríos definió de cara externa, a un toque y por encima del arquero. Un golazo del “Toti” que luego perdería la titularidad a manos de Lucas Pusineri. Justamente, el ex San Lorenzo asistió a Silvera para el 5-0 tras una jugada hilvanada por la conducción Montenegro-Insúa. La Doble Visera explotaba de entusiasmo y los jugadores no pisaban el freno al acelerador.

Tras una pared con Silvera –de actuación espectacular-, el joven ingresado Leonel Rivas se dio el lujo de marcar su tanto. El gol del honor santafesino llegaría por intermedio de Martin Romagnoli, mientras que el último tanto no podía ser de otro más que Andrés Silvera, quien asistido por Insúa marcó el 7-1 y el tercero en su cuenta personal.

A la semana siguiente, Independiente volvió a mostrarse como una aplanadora tras convertirle seis goles a Chacarita. Ambas goleadas reflejan la mentalidad de un equipo agresivo para atacar, con ambos laterales de excelente pegada y constante presencia en campo rival. A pesar de sufrir en las fechas finales, el gran andar del equipo en aquel momento del torneo le alcanzó para conquistar lo que hasta el día de hoy significa el último título a nivel local.

La última vez que el Rojo había convertido siete tantos en un mismo partido databa del Campeonato 1989/1990, ante Chaco For Ever; desde aquella noche de septiembre no se registra una goleada tan apabullante.

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