Es el comienzo de la segunda vuelta de este torneo que, aunque haya sido modificado y las críticas estén en contra, no deja de ser apasionante. El hincha de Instituto está triste. Su club atraviesa una crisis económica y en lo deportivo no se diferencia. El último puesto de la Zona A lleva su nombre. Sabía que enfrentaba a un Colón de Santa Fe superior, pero aún así no perdía las esperanzas. Fue a la cancha, como lo hizo el miércoles en el empate ante Guaraní Antonio Franco y en todo el campeonato, en gran cantidad a pesar de la floja campaña y de los horarios.

Su equipo se fue goleado con justicia. El murmullo y los silbidos llegaron de manera aislada, pero la pasión sigue intacta. Ellos seguirán estando ahí, siendo la figura y los protagonistas partido tras partido, y también quienes sufren con resultados que no llegan.

El primer tiempo comenzó parejo, con idas y vueltas constantes, atacando ambos equipos por las bandas. La gambeta corta de Bernardi y algunos pivoteos de Mazzola, fueron lo poco que mostró el conjunto local en ofensiva. Maximiliano Correa fue el hombre más importante, que en total soledad tuvo que luchar y marcar los avances del conjunto santafesino. Un visitante que, sin apurar demasiado, con dos remates de Pavón desde afuera del área superó sin problemas a la floja defensa y a Barucco, de actuaciones regulares en los últimos encuentros. Así se iba el primer tiempo, con un Instituto desconcertado y un Colón 2-0 arriba en el marcador.

La gente esperaba que la reacción del conjunto local en el segundo tiempo fuera otra. Quizás fue lo planteado por Carlos Mazzola en el vestuario, pero el gol de Alario a los 3 minutos cambió las cosas.

Desde la tribuna bajaban cantos variados, bronca e impotencia, pero finalmente el aliento a la camiseta como una forma de auto-contención. El tiempo iba pasando, el Sabalero sacó el pie del acelerador y el Albirrojo fue en busca de un descuento que nunca llegó. Facundo Tello dio por finalizado el encuentro: Instituto 0 - Colón 3. Uno último; el otro, tercero.