Tarde lluviosa en el Estadio Ciudad de Lanús Néstor Díaz Pérez. El público vestido de granate se preparaba para recibir a los 11 gladiadores que buscaban la batalla más importante del año. Como previa, el Regimiento de Granaderos hizo resonar las estrofas del Himno Nacional Argentino en honor a los excombatientes y caídos en las Islas Malvinas. Después de una espera que parecía eterna, el estadio se inundó de silbidos cuando los eternos rivales, con sus casacas verdes y blancas, invadieron el césped. Rápidamente, los silbidos se transformaron en cantos y aplausos. Los guerreros vestidos de granate se hacian presentes.

Un pitido interrumpió el silencio del campo, rodó la pelota y empezó el partido. El equipo de Jorge Almirón se adueñó de la pelota desde el primer segundo del encuentro. Bastó solo con tres minutos para que la afición local dibuje su primer sonrisa del día. Es que su estrella voló como estrella fugaz por la banda izquierda, casi inalcanzable por sus oponentes. Para frenarlo, tuvieron que derribarlo. Así, Lautaro Acosta consiguió el tiro desde los 12 pasos para Lanús. Sesenta segundos más tarde, su máximo artillero fue el encargado de cambiar el penal por gol. Sin embargo, el ejército del Emperador no se durmió y taladró pocos minutos después. Tras un centro que se desvió dentro del área, Gonzalo Bettini apareció para amargar la tarde de los anfitriones. Los granates intentaron por las bandas, pero a pesar de su actitud, no alcanzó para alcanzar la ventaja. Banfield estaba tranquilo, agazapado en su zona de confort, sin arriesgar, por lo que el primer round finalizó en igualdad.

Tras 15 minutos de charlas y análisis dentro de los vestuarios, ambos equipos salieron a disputar el duelo final, aquel que definiría quien abandonaba el campo con la cabeza gacha y quien se iría cantando y saltando. Los locales mostraron mayor profundidad, pero les faltaba precisión. Dominaban la pelea, pero no podían derribar a su rival. Entonces por fin llegó el golpe maestro que pusó a los de Almirón al frente de la carrera. Jorge Rodríguez cometió una acción ilícita sobre el lucador más fuerte de Lanús, José Sand. Acción que le costó la permanencia en el campo, y acción que fue determinante para el nuevo rumbo del duelo. Fue el mismo Pepe quién volvió a cambiar penal por gol. Pero, nuevamente la alegría duro un suspiro, cuando el goleador frenó una pelota con la mano dentro de su propia área. Tercer penal del partido, pero esta vez, el que se paraba a 12 pasos de los tres palos era Brian Sarmiento. El delantero verdiblanco eligió el centro del arco para emparejar el encuentro por segunda vez.

El reloj marcaba 34 minutos, se acercaban a la recta final. En los primeros dos, fue el ídolo, el jugador con más experiencia del club. Esta vez, le toco al novicio, Marcelo Herrera quien también tuvo su oasis. Existe una frase que cita: "Hay que estar en el lugar preciso en el momento preciso". Eso fue lo que le pasó al joven zaguero, quien tras un centro de Nicolás Pasquini solo tuvo que empujar la pelota para que acaricie la red. Marcando el primer gol de toda su carrera, Herrera le daba la victoria a Lanús. Pero, el momento más tenso llegó a continuación. Banfield renació y mostró uno de sus mejores momentos del partido, presionando mucho a los locales, queriendo ahogarles el festejo. En el tramo final, apareció el héroe de la jornada. El más grande creció aún más de lo que alguna vez pudo imaginar. José Sand sentenció a su eterno rival con otro gol, para que las gargantas granates se rompan en un grito en conjunto. Como de costumbre en el deporte más popular de Argentina, el nueve se llevó la pelota como trofeo. Un trofeo que atesorará por siempre, y que le recordará que el 2 de abril de 2017 el sur se vistió de granate en una tarde soñada.