El 2 de julio de 1982, un día después de iniciado el conflicto bélico con Inglaterra por la invasión británica a las Islas Malvinas producida tiempo atrás, Argentina enfrentaba a Brasil en segunda ronda  del Mundial de España (en aquellos tiempos, el formato de competencia era distinto al actual, con dos fases de grupos). El resultado de ese partido: caída por 3-1. El dato sobresaliente: la expulsión de Diego Armando Maradona en su primer Copa del Mundo. La primera zurda prodigiosa argentina se iba envuelto en dudas y cuestionamientos de la prensa cuatro años antes de consagrarse como uno de los mejores de todos los tiempos.

El 17 de agosto de 2005, Lionel Messi debutaba en la Selección Argentina con 18 años. En ese entonces, nadie sabía lo que le depararía el destino, y lo distinto que sería respecto a ese debut: el hoy capitán y máximo goleador de la historia de la Albiceleste se fue injustamente expulsado tras 47 segundos en el terreno de juego. 

Hoy, poco más de 11 años después de eso, el mismo Messi fue titular en el partido de Argentina contra Uruguay, pero junto a él salió desde el inicio (por primera vez) otra joven promesa que  deleita en Europa con su pie izquierdo. Su nombre, Paulo Dybala, ya figura de la Juventus italiana a sus 22 años. Pero el destino no parece congraciarse fácil con las zurdas prodigiosas.

La Joya, como se conoce al cordobés, disputó unos excelentes primeros 40 minutos, donde incluso estuvo muy cerca de anotar con un remate que se estrelló en el palo. Pero, como decíamos, la suerte no le sonrió: a los 29 minutos, el árbitro chileno Julio Bascuñán le mostró la tarjeta amarilla por una falta inexistente (de hecho, era infracción sobre el delantero ex Instituto) y, a los 44, decidió expulsarlo por una infracción sobre Mathías Corujo que, si bien esta vez sí fue bien cobrada, no parecía ameritar una amonestación, menos aún la segunda. 

Inmediatamente consumada la decisión del árbitro, Dybala emprendió el desolador camino hacia el vestuario, con las  miradas de todo un estadio sobre él y la desazón de saber que dejaba a su equipo con 10 jugadores para todo el segundo tiempo. Pero no todas las partidas son iguales. Mientras Messi y Javier Mascherano discutían con el árbitro, Ángel Di María y Lucas Biglia abrazaban e intentaban consolar al joven, que se tapaba el rostro para no mostrar sus lágrimas, mientras de todos los sectores del Malvinas Argentinas se entonaba un cautivador "Dybala, Dybala". 

Tres instancias distintas. Tres zurdas de gran nivel. Salvemos las distancias: el destino les preparó la misma carta de presentación, quizás, el fútbol quiera que sí, también les haya reservado el mismo éxito final. Sólo el tiempo (y el mismo Paulo) nos dirá qué es de este chico que hoy llora una tarjeta roja, como un tal Diego Maradona, y un tal Lionel Messi, que, finalmente, hoy nos dio una nueva victoria, y devolvió la sonrisa a Dybala.