Si bien Mariano Echeverría había recuperado protagonismo con la vuelta de Ricardo Caruso Lombardi, formando dupla central con otro histórico, Juan Carlos Blengio, y que en la pretemporada, en tres partidos, anotó tres goles (Talleres de Remedios de Escalada, Sud América y Cañuelas), su segundo ciclo en Tigre llegó a su fin. El Flaco, a sus 36 años, quiere continuidad, que difícilmente la iba a tener con tantos zagueros centrales que llegaron en este invierno: Carlos Rodríguez, Gastón Bojanich, Manuel González y Rodrigo Chao (quien está a prueba), sumado a que siguen Chimi y Erik Godoy. Es así que prefirió un cambio de aire y buscar otro lugar donde sea titular.

Su próximo destino está en la B Nacional, más precisamente en Ferro, que será el sexto club de su carrera, que comenzó en Deportivo Maipú y siguió en Chacarita, su primera etapa en Tigre, Arsenal, Boca Juniors y desde 2015 su segunda etapa en el Matador. Tenía contrato en Victoria hasta fin de año, pero lo rescindirá y se sumará al Verdolaga, quien se está armando para pelear en el máximo torneo de ascenso y que sumó también a Kevin Itabel.

Echeverría tan sólo jugó 22 partidos en las últimas tres temporadas, incluso en 2016 estuvo tan relegado que terminó entrenando con la Cuarta División (cuando el DT era Mauro Camoranesi). Disputó solo nueve encuentros el torneo pasado (dio una asistencia, a Carlos Luna en el empate 1-1 ante Huracán), aunque terminó el (mal) torneo del Matador dentro del once inicial. En total, entre sus dos etapas en el Club, disputó 144 partidos y celebró 13 tantos, jugando dos copas internacionales.

Un jugador que supo ganarse al pueblo matador, a pesar de su pasado en Chacarita, quien defendió con hidalguía estos colores y que fue un estandarte en el gran 2012, marcando el gol a Millonarios que le dio a Tigre la clasificación a su primera final internacional, en la Copa Sudamericana 2012, en El Campín de Bogotá (que además le dio el acceso a la Copa Libertadores 2013). Se despide un ídolo, que dejó su huella en Victoria, ejemplo de dedicación y profesionalismo. ¡Hasta la vuelta, Flaco!