Porque nunca bajó los brazos. Porque aún sabiendo que no iba a ser tenido en cuenta por el entrenador, renovó el contrato hace ya dos años. Porque siguió luchando incluso siendo el jugador de inferiores de mayor edad sin debutar en Primera. Porque llegó un nuevo cuerpo técnico que le dio confianza. Porque demostró sus cualidades en Reserva. Porque el fútbol, ese deporte que provoca lágrimas de tristeza y felicidad al mismo tiempo, le dio una oportunidad. Porque aprovechó esa oportunidad y no la desperdició. Porque gracias a esa oportunidad, el pibe debutó y la metió para que su equipo cante victoria. Porque hoy, Santiago Stelcaldo, ya cumplió con su sueño de jugar en Primera División.

El denominado “campeonato económico” por los dirigentes permitió que muchos jugadores de la cantera de Vélez salten escalones para formar parte del once titular. Claro, sortear esos pasos previos y consolidativos no es fácil e implica una madurez a la que muchos jóvenes aún no llegaron. Sin embargo, al repasar los nombres de los titulares y suplentes del Fortín, se pueden encontrar muchos futbolistas menores de 20 años.

En la noche del Amalfitani, había un alma que todavía conservaba la esperanza de cumplir con su aspiración. Su dueño aguardaba paciente y sereno bajo el techo del banco de suplentes, acompañado de sus amigos unos años más jóvenes. Él esperó y esperó, y la chance se le dio. Ingresó en el minuto 13 del complemento, como para evitar un resultado adverso.

El tiempo se escurría como arena en las manos de dos equipos que no se sacaban ventajas. Sin embargo, a falta de cuatro minutos para el final, el pibe que había ingresado se hizo cargo de un tiro libre a unos 35 metros del arco rival. Impulsada por un derechazo violento, la pelota fue tomando altura buscando un testarazo, pero comenzó a descender sin encontrar desvío alguno. Ni siquiera el arquero fue capaz de cambiar su destino, el de Santiago Stelcaldo, que salió a festejar el gol de pelota parada que acababa de hacer.

Cómplice, y con una sonrisa impostergable, comentó luego del partido que su meta era tirar un centro al área. Pero, ¿cómo quitarle el mérito? Esperó durante años su chance en un deporte que paulatinamente obliga a muchos adolescentes a olvidar la etapa de crecimiento para ponerse a la par de sus mayores.