Al igual en el debut en el Super Rugby, el pasado sábado, Vélez se pintó de naranja para recibir a los Jaguares, la primera franquicia en representar a la Argentina en el torneo más importante del Hemisferio Sur. Las 18.224 personas que se acercaron al barrio porteño de Liniers tuvieron un sorpresivo acercamiento con el elenco que conduce técnica y tácticamente el rosario Raúl Pérez. El aliento, típico del fútbol -o de un partido de Los Pumas, como excepción a la regla-, fue una constante en cada movimiento ofensivo de extremo peligro para el ingoal de Stormers. El ruido producido por las gargantas del público argentino generó sorpresas en propios y ajenos, tanto en jugadores como en fanáticos del deporte ovalado, acostumbrados a un ambiente inverso a lo futbolístico. 

Otra situación peculiar se produjo antes del encuentro, cuando la voz del estadio anunció la alineación del dueño de casa: desde Santiago García Botta, número uno y pilar izquierdo, hasta Joaquín Tuculet, número quince y fullback, predominó el aplauso genuino de la gente que se acercó para ver un encuentro que, a priori, sería de alto voltaje. Lo más ovacionados fueron Agustín Creevy, capitán del equipo, Nicolás Sánchez -goleador del seleccionado nacional en la Copa Mundial de Inglaterra, celebrada entre septiembre y octubre del año pasado- y Santiago Cordero, una de las máximas figuras de la línea de backs.

Una vez culminados los ochenta minutos de juego, con el triunfo de los de Ciudad del Cabo ya consumado, las tribunas volvieron a ser el eje principal de las cámaras televisivas, esta vez, con cálidos aplausos hacia el equipo. Se reconoció la actitud, más allá del resultado en sí. La fiesta, en este sentido, fue completa: frente a los de Hamilton, en la derrota 30-26, algunos espectadores empañaron al resto con insultos a Damian McKenzie, encargado de ejecutar los envíos a los postes, y críticas a viva voz hacia el árbitro del partido, el kiwi Chris Pollock. Ayer, también bajo el referato de Pollock, la actitud se invirtió. Los desubicados -pocos, gracias a Dios-, pasaron inadvertidos. Los sudafricanos, además de cuatro puntos bajo el brazo, se llevan una buena imagen del público argentino. Un paso adelante. El sábado 30 de abril, ante Kings, coterráneos de los Stormers, habrá una nueva oportunidad para dar el ejemplo.