Agotado. Perdido. Desmoralizado. Se le pueden encontrar muchas definiciones a lo que vive el representativo que tiene la UAR en el Super Rugby, pero quien les escribe decidió quedarse con esas las tres mencionadas. No es sencillo definir con palabras justas qué es lo que ocurre con Agustín Creevy y compañía en este 2017. A mi primera vista, un cúmulo de yerros que parten desde el primer escalón de la pirámide; otros, en cambio, piensan que es simplemente un mal momento. En esta ocasión, la primera de las dos posturas parece ser la más acertada. 

Hoy, a casi quince meses de su debut triunfal ante Cheetahs, en Sudáfrica, los conducidos por el rosarino Raúl Pérez parecen haber aprendido poco y nada de las malas experiencias. Los errores se han vuelto sistemáticos, lo cual aburre al público y, principalmente, a ellos mismos. Salvo por algunas acciones individuales y alguna secuencia ofensiva aislada, Jaguares no hace pie dentro de la cancha. Lo hecho ante Lions, Cheetahs y Reds, en marzo último, parece haber quedado muy atrás en el tiempo. ¿Habrá sido un simple espejismo? Todo parece indicar que sí. 

En la actualidad no hay un plan de juego claro, además de que el equipo se ha vuelto predecible para quien está enfrente. Aunque cueste decirlo (todos queremos que al rugby argentino le vaya bien), tanto Jaguares como los Pumas se convirtieron en escuadras sencillas para doblegar. No hace falta un gran planteo para salir airoso ante ellas. Alcanza con simplemente conocer medianamente sus fortalezas y debilidades. Es triste, pero se volvió algo rutinario. 

Lo más preocupante es el impacto que tienen estos partidos en el aspecto psicológico. Estos mismos nombres serán los que en menos de un mes se pongan la indumentaria albiceleste para afrontar la ventana internacional de junio frente a Inglaterra (en San Juan y Santa Fe) y Georgia (en Jujuy). ¿Con qué cabeza saldrán a enfrentar a Brumbies dentro de dos semanas? ¿Y ante la Rosa y los Lelos? Lo sabremos dentro de poco, pero el panorama no pinta alentador. 

Todavía hay tiempo para cambiar cosas pensando en el futuro, pero llegó el momento de cambiar el rumbo del barco o, como mínimo, buscar llegar al objetivo con una mezcla entre lo nuevo y lo añejo. ¿La UAR será capaz de reinventarse o seguirá por el camino de la soberbia?