La garra que demuestra el "Peque" en cada presentación genera en los aficionados una fuerza especial que lo lleva a que sea uno de los jugadores más importantes del momento. Diego ha dado el salto cualitativo que vaticinaba su tenis desde hace años. En una historia de superación que debe inspirar a todos aquellos a los que alguna vez les dijeron que no podían hacer algo, Diego porta con orgullo la albiceleste por los mejores torneos del planeta.

Este año jugó 15 partidos con un balance de 11 victorias y 6 derrotas. Su buen periplo en el Australia Open y el título en el ATP 500 Río de Janeiro, demostraron que está listo para dar un paso más en su trayectoria.

El argentino quiere recuperar las buenas sensaciones en el Masters 1000 de Miami, por ello manifestó a ESPN, "Otros años me costó mucho el primer tramo de año pero esta temporada he empezado muy bien. No es fácil mantenerse plenamente concentrado todo el año pero el objetivo es ése; mantener el nivel porque sé que cuando juego concentrado e intenso puedo ganar a cualquiera", asevera con contundencia el argentino, que luego elude hablar de ranking o títulos. "No tiene sentido ponerme objetivos muy grandes más allá de jugar a mi mejor nivel".

Con todos los problemas que tuvo el argentino, su altura, sumados a los problemas económicos que atravesó su familia debido a la crisis que sacudió Argentina, pero ya está plenamente consolidado. Su rival en la segunda ronda es el chileno Nicolás Jarry, en lo que promete ser un duelo con mucho morbo por la rivalidad histórica de ambas naciones andinas. Aunque es totalmente favorito el argentino, ya que el chileno por ahora es mas un proyecto que una realidad y que no tiene armas para ganarle, llegan los dos jugadores en plena forma y con mucha ambición. Eso puede llegar a emparejar un poco las cosas.