Con 198 centímetros de altura, los pasos de Jarry esta temporada sí van acorde a su exuberancia física. El chileno es el segundo tenista sub-23 con más victorias en 2018. Son 14 victorias en 21 partidos, las mismas que Alexander Zverev y Borna Coric y solo 4 menos que las de Hyeon Chung, una de las sensaciones positivas esta temporada. Por ello su abuelo un jugador notable jugador latinoamericano manifiesta, “Ha mejorado casi todo: su potencia, mentalidad y también la madurez. Se ha dado cuenta de que tiene características propias y casi exclusivas gracias a su físico. Tiene una habilidad motriz y técnica muy buena”.

Desde ya hace un año se viene trabajando en este jugador, por ello para los que ya lo conocen no es ninguna sorpresa, aunque él no conocía la victoria en el circuito, pero sí ganó tres torneos Challenger (Medellín, Quito y Santiago). Tras un ingreso en el top 100, este año comenzaron los triunfos en el circuito ATP, alcanzó los cuartos de final en el ATP de Quito, semifinales en Río de Janeiro y la final en São Paulo además de su primera victoria en un Máster 1000 ante Cameron Norrie. Todo esto le permitió escalar peldaños hasta el puesto 61º del ránking, tres posiciones más arriba en la que ahora se ubica.

Jarry es un jugador de una intensidad notable, sostiene constantemente el ritmo durante el partido, pero a veces peca por cambiar esa intensidad por desorden y en enfrente tendrá dos jugadores este fin de semana que lo pueden complicar en extremo. El “Peque” que ya le sostuvo la pelota en Miami y Kicker que con su explosión y su gran revés puede hacer estragos en una de sus debilidades que es su revés.

Por ello mañana un grave error de Kicker puede ser ponerse a jugar con intensidad cruzado sobre el drive, porque si es así el partido se le irá rápidamente, y fundamentalmente molestarlo sobre el segundo saque que aunque tiene una gran potencia, tiende a forzarlo y eso hace que cometa errores no forzados o que no le dé tanta profundidad a su segundo servicio.