El dicho dice que la lluvia siempre ayuda al que va perdiendo, y vaya que esta vez tuvo razón; antes de que el juego se suspendiese por el mal clima en el sexto game del tercer set era muy difícil imaginarse a Nadal siendo capaz de revertir la situación adversa en la que se encontraba en el último parcial.

Este encuentro puede catalogarse tranquilamente como el más extraño de toda la temporada, eso es fácilmente verificable si se mira el resultado. Al comenzar la transmisión televisiva los comentaristas se preguntaban si Zverev tenía algún recurso para incomodar a Nadal, ya que el juego del alemán se basa en su potencia desde el fondo de la cancha, y ese estilo de juego sobre polvo de ladrillo es donde más diezmado se ve, más aún ante Rafa.

El primer set parecía empezar bien para Zverev, quiebre de servicio en el primer juego del partido, el campeón defensor era el que golpeaba primero, pero a partir de allí se quedó sin respuestas. Al game siguiente Nadal quebró el saque de Alexander con facilidad y empezó a tomar la iniciativa en todos los puntos; Zverev comenzaba a pagar caro el haber jugado en el último turno en las dos rondas anteriores haciendo notorio su cansancio.

En resumen, Zverev perdió todos sus juegos de saque, solamente pudo ganar cinco de los 18 puntos que disputó con su servicio, mientras que Nadal solo tuvo ese traspié en el primer game y logró cerrar el parcial por un contundente 6-1. El joven de 21 años no podía lastimar a Nadal por ningún lado y, como siempre, hacia visible su enfado y la que sufría las consecuencias, nuevamente, era su raqueta.

Ya en el segundo parcial el partido se dio vuelta completamente. Zverev salió más agresivo, dispuesto a lastimar, sus golpes empezaron a fluir y cometía cada vez menos errores. Rafa retrocedió, empezó a jugar más corto y a cometer más errores, permitiéndole a Alexander comenzar a impactar más adentro de la cancha. Hubo un cambio posicional y de impacto por parte de Zverev que comenzó a atacar más por el revés de su rival.

El segundo set finalizó con el mismo resultado que el primero, pero esta vez quien se lo llevaba era el alemán, revirtiendo la tendencia del set anterior. Zverev finalizó con un 86% de efectividad con su primer servicio, un porcentaje altísimo, mientras que los números de Rafa no reflejaron nada esperanzador: tan solo un tiro ganador en todo el set.

El último parcial comenzó como los dos anteriores con Zverev tomando el servicio de su rival. Todo lo que tiraba el alemán entraba, Nadal no podía hacer nada, corría de un lado para el otro devolviendo, pero no lograba conectar buenos contragolpes. Rápidamente Alexander se puso 2-0 arriba. Ya había comenzado a llover, pero el partido no se detenía. Rafa comenzó a jugar más ofensivo y logró conservar su saque en el tercer juego, pero no podía hacer nada contra el saque de su rival y el tiempo se le estaba terminando.

Comenzado el quinto juego llega la primera demora por lluvia, la cual duró poco. En la reanudación se notó un Nadal más decidido y con un drive más potente, pero aún seguía abajo en el marcador. Antes que arrancase el sexto game la lluvia volvió a interrumpir, y esta vez durante casi una hora. Los jugadores volvieron a el vestuario. Al retornar a la cancha ambos se encontraban fríos, habían perdido un poco el ritmo y eso claramente favorecía a Nadal. Zverev con problemas para volear, problemas que tuvo durante todo el partido pero que hasta aquí no le habían causado inconvenientes, cedió su servicio por primera vez desde el primer set.

A partir de ese quiebre regresó el Rafa que todos conocemos, sus tiros ganaron profundidad y no le permitían a Zverev impactar cómodamente. El alemán buscaba las líneas verticales para hacer daño, pero ya no estaba tan preciso como antes. Los puntos se extendieron y al campeón defensor le costaba cerrarlos. Otro quiebre de servicio del español lo dejaba sirviendo para campeonato en el noveno juego y en su segundo match point se quedó con el partido.

Octavo título para Nadal en Roma y número 32 de Masters 1000, es el máximo ganador de ambos, pero lo más importante es que a partir del lunes volverá a ser el número uno del mundo dejando a Roger Federer en la segunda posición. Para Zverev, la sensación agridulce de haber perdido una final en la que venía jugando mejor, pero con la confianza de que, si está en un buen día, y no lo agarra la lluvia, puede derrotar a cualquiera.