Mientras la tormenta eléctrica descargaba sobre Nueva York, en la central de Flushing Meadows caía un torrencial de derechas sobre Anastasija Sevastova (18°), quien comenzó muy bien, con una falsa ilusión, y terminó desencajada porque a Serena Williams (26°) le vino la inspiración, y a partir de ahí la despellejó como a una fruta madura.

Cedió un par de juegos en el comienzo la estadounidense, lo justo como para tomar impulso y emprender el festín (6-3, y 6-0, en 65 minutos) que la condujo a la final del US Open, y restó así otra ronda a la cuenta regresiva. Si vence en la final del sábado igualará definitivamente el récord de 24 Grand Slams de la australiana Margaret Court, es decir, Serena está a un solo paso de cerrar un círculo prácticamente inimaginable.

Hace un año estaba en el hospital, peleando por mi vida cuando di a luz, y ahora estoy aquí… Simplemente estoy agradecida de haber podido volver a practicar este deporte”, expresó a pie de pista, muy emocionada, nada más abrochar la victoria contra la letona. Ésta última le hizo cosquillas en el inicio, pero después se llevó un castigo severísimo: tras adjudicarse los dos primeros juegos, la americana (a punto de cumplir 37 años) encajó cuatro consecutivos, y a continuación endosó otros siete seguidos. Un parcial de 12-1, aderezado de 31 golpes ganadores, con el que rubricó su trigésimo primera final de Grand Slam.

En consecuencia queda solo por detrás de Chris Evert (34) y Martina Navratilova (32), iguala con Steffi Graf y supera al suizo Roger Federer (30).

Será su novena final en Nueva York (la última fue en 2014) y la segunda consecutiva de un major, pues hace dos meses ya alcanzó la escala final en Wimbledon, donde fue derrotada por la alemana Angelique Kerber.

En su camino a la final solo ha cedido un set, contra Kanepi en los octavos, y ha ido transmitiendo la sensación de que vuelve a ser esa campeona intimidatoria que infunde un respeto tan reverencial en las contrarias.

Serena, pues, acaricia la gran hazaña. A recordar: esta mujer estuvo 14 meses alejada de las pistas debido a su embarazo; fue madre por primera vez hace un año; tras el parto, ha relatado varias veces, sufrió una embolia pulmonar que estuvo a punto de llevársela por delante; el alumbramiento fue tan complicado que tuvo que ser sometida posteriormente a varias intervenciones quirúgicas para reparar sus abdominales, muy dañados; y regresó a las pistas hace poco más de medio año, aterrizando desde entonces en dos finales de Grand Slam, teniendo que renunciar a París antes de los octavos como consecuencia de una lesión en el pectoral derecho. Es decir, no ya ella, sino en realidad el deporte, se prepara para la culminación de una de las historias más extraordinarias en mucho tiempo. Es Serena Williams, una heroína en todos los sentidos.