El 5 de Junio de 1977, Guillermo Vilas dibujaba en el libro de historia una de las páginas más brillantes del deporte argentino conquistando su primer Grand Slam, Roland Garros.

La volea del norteamericano Brian Gottfried se iba ancha por la paralela y Willy corría hacia la red a festejar su primer Grand Slam en una marcha sin demasiada histeria. Cuentan algunos íntimos que al conocer el rival de la final, dijo que era imposible perderla, tal vez por ahí se explica el disfrute sin la locura que semejante conquista podría suponer.

"Para mí, la final fue eterna. Lo mío era tan asesino, tan esta es mi oportunidad y no la voy a dejar pasar que nada entraba por mi cabeza. Era una roca. Impresionante. Nada cambió de un set a otro. No dejé que mi cabeza se escapara”

Brian Gottfried no era un mal jugador, todo lo contrario, logró 22 títulos en el circuito y alcanzó además las semifinales de Wimbledon, pero por su juego de saque y volea (ganó 54 torneos en dobles) sorprendió al mundo alcanzando el partido decisivo en Paris. El rubio de Maryland había dejado en el camino a Illie Nastase en cuartos de final, tras levantar dos sets en contra y en semifinales su víctima había sido el australiano Phil Dent.

Vilas comenzó su aventura parisina sin problemas venciendo al yugoslavo Zeljko Franulovic 6-1, 6-2, 6-4, el nacido en Split había sido finalista en 1970, los problemas físicos lo habían maltratado en los años siguientes.

"Cuando llegué a ese Roland Garros, yo pensaba que estaba perdido. Venía de caer en el Abierto de Italia con el yugoslavo Zeljko Franulovic, un tipo que se había operado y tenía un clavo en el hombro. ¡Era como patearle un penal a un arquero sin un brazo! ¡Y Franulovic jugó y me cagó! Recuerdo que me dije: Si no le puedo ganar a un tipo con un clavo en el hombro, menos puedo ganar el Abierto de Francia. ¿Y quién me tocó en la primera rueda de Roland Garros? Franulovic" recordaba Vilas años atrás repasando ese debut.

En la segunda vuelta el chileno Belus Prajoux conseguía sacarle el único set del torneo, antes de caer 2-6, 6-0, 6-3, 6-0. El trasandino obtuvo sus mejores resultados en dobles y actualmente se desempeña como Capitán del equipo de Copa Davis de su país.

"Belus Prajoux era el único jugador que me había hecho mella en mi carrera de juvenil en Sudamérica. Era talentoso, y yo le tenía miedo porque veía que lo mío era muy tembleque. Ese primer set lo perdí mal, pero Ion (Tiriac)me dijo: Seguí con la misma táctica. Por primera vez no cambié una táctica que me estaba llevando a la derrota. Lo hice porque confiaba en él”.

El sudafricano Bernard Mitton no le opuso resistencia en la tercera vuelta y Vilas lo despachó con un cómodo 6-1, 6-4, 6-1.

Llegaban los octavos de final y los cruces aumentaban en riesgo. Stan Smith, con dos Grand Slams en su espalda (US Open 1971 y Wimbledon 1972) emergía como un rival de cuidado. Sin embargo Guillermo jugó uno de los mejores partidos del torneo y lo borró 6-1, 6-2, 6-1, pese a tener al público en contra porque el norteamericano realizaba su última aparición en Paris.

La recta final comenzaba, la solidez, la preparación de cada partido y la ejecución afirmaban el favoritismo del argentino. Para los cuartos de final tenía enfrente al polaco Wojtek Fibak , el europeo era por esos tiempos un jugador emergente, dos años más tarde en 1979 alcanzaría el Nro 3 del ranking. Pero Vilas estaba imparable, un contundente 6-4, 6-0, 6-4 dejaban al marplatense un poquito más cerca de la gloria.

En semifinales se colaba sorpresivamente Raúl Ramírez, el mexicano que venía de ser semifinalista el año anterior, sacaba en cuartos de final al segundo favorito, el italiano Adriano Panatta. El romano era el último campeón y el mundillo imaginaba su segunda final consecutiva.

Tiriac planificaba y Vilas ejecutaba como el alumno mejor aplicado, Ramírez no alcanzó a ser ni siquiera un escollo, el 6-2, 6-0, 6-3 dejaba al argentino a un partido del título.

"Cuando pegó los primeros tres o cuatro golpes, me di cuenta de que no podía ganarme. Me iba siempre a la red para complicarle la vida. Fue el noveno partido que jugamos y no me ganó nunca".

LLegaba la final y tan sólo 1 hora 50 minutos le consumió en tiempo (6-0, 6-3, 6-0) al gran Guillermo, su confianza interna, su fuego interior y una dupla explosiva junto a Ion Tiriac, su entrenador, fueron la fórmula perfecta de una conquista histórica.

"Para mí, la final fue eterna. Lo mío era tan asesino, tan esta es mi oportunidad y no la voy a dejar pasar que nada entraba por mi cabeza. Era una roca. Impresionante. Nada cambió de un set a otro. No dejé que mi cabeza se escapara”

En esta edición el sueco Bjon Borg no pudo participar por lesión y en Juniors un joven y promisorio John McEnroe se quedaba con el título, un año más tarde en 1978 su nombre pisaba fuerte cuando alcanzaba las semifinales de Wimbledon viniendo desde la clasificación.

A pocos días de cumplirse 36 años de este hito para nuestro deporte y en la semana previa a la edición 2013 los recuerdos, anécdotas y sueños vuelven con la voracidad con que la gloria baña la historia.

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Sobre el autor
Andrés Sosa
Coordinador Vavel Argentina