A Roger Federer le tocaron el orgullo. Los últimos tres enfrentamientos con Juan Martín Del Potro, fueron todas victorias del argentino, incluyendo dos finales en el patio de la casa del suizo, el ATP 500 de Basilea. Es por ello que se vio una versión pasional de Federer, apretando el puño, gritando con efervecencia cada punto ganado que fue importante y por momentos exhibió un nivel superlativo que no pudo mostrar a lo largo de la temporada.

En el primer parcial se vió lo mejor del suizo, tiros angulados, golpes con variedad de efectos y altura que desconcertaron a un Del Potro errático e incómodo con el planteo de su rival. El marcador reflejó un 6-3 en favor del ex número uno del mundo.

En el segundo set llegó la reacción de Del Potro que coincidió con una merma en el nivel del suizo. El argentino cambió de estrategia y comenzó a jugar puntos más largos y arriesgó solo cuando estuvo cómodo, mientras que el suizo se apuró más de la cuenta y sus errores le hicieron ceder el set por 6-4.

El público agradecido con el espectáculo observó como Federer volvia a exhibir su mejor tenis en el arranque del set final, un quiebre tempranero con un festejo efusivo por parte del suizo parecía indicar que estaba todo liquidado. Sin embargo, en el juego siguiente Del Potro exigió el servicio del suizo y lo quebró. 

Tres iguales en el set final y en el momento en el que las decisiones pesan, aparecieron los mejores trucos de Federer. Una serie de aciertos de el de Basilea junto con errores de impotencia por parte del tandilense, le dieron, a Federer, la victoria y el pase a las semifinales del Masters 1000 de París, donde enfrentará al serbio Novak Djokovic, que hoy jugó un gran partido y derrotó a Stanislas Wawrinka por 6-1 y 6-4.

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