Diciembre es época de evaluación para todos. Es el mes idóneo para llevar a cabo la revisión del rendimiento del año, examinar los logros alcanzados y revisar aquellos que quedaron pendientes por conseguir. Cuando no hay nada más para producir, llega el momento oportuno para organizar nómina, pagar cuentas pendientes, fijar nuevos objetivos, etc. En el fútbol, como en todo negocio, es preciso efectuar el balance de fin de año. Sea como dirigente, socio, entrenador, jugador o seguidor, tengo que saber qué gané y qué perdí.

Para Atlético Nacional, el 2014 fue, sin duda alguna, el año más turbulento en lo que va de la década. Con los ires y venires, la exigencia física y la carga emocional que representaron los seis torneos oficiales que el 'Verde de la Montaña' disputó, la temporada se fue transformando en un reto cada vez más demandante y especial. Sin embargo, y a pesar de haber alcanzado instancias decisivas en todas las competencias, los dirigidos por Juan Carlos Osorio supieron ser campeones en tan solo en una ocasión (Liga Postobón I).

Precisamente, el técnico verdolaga calificó de ''fracaso'' el cierre de año que tuvo su equipo, luego de caer ante River Plate e Independiente Santa Fe y sepultar sus ilusiones en la adversidad de dos juegos definitivos. La versión de muchos hinchas rescata la experiencia adquirida en el ámbito internacional y agradece la entereza mostrada por los jugadores frente a un calendario repleto, aunque bien comparten la idea de que, con algunos ajustes, se pudo haber llegado incluso más lejos.

Entre desatenciones, bajos rendimientos y decisiones forzadas, estos fueron los principales obstáculos que impidieron a Nacional lograr un mejor desenlace en el 2014:

1. La escasez en la generación de opciones y la mediocre propuesta ofensiva catapultaron el destino del equipo. Durante todo el segundo semestre, el Tricampeón pareció estar jugando con lo suficiente; haciendo lo justo para ganar un juego o, dado el caso, para clasificar en una serie. No solo en los números, donde el resultado que más se repitió en el recuento de todas las competiciones fue el 1-0 -a favor y en contra-, y donde la excepción a la regla fueron las goleadas propinadas a Millonarios y La Equidad, sino en la sensación de juego, ya que la poca profundidad, el déficit de revulsivos y la reincidencia en el pelotazo se hicieron común denominador en el plantel.

2. El bajón futbolístico de un par de jugadores, destacados en el primer semestre pero esporádicos tras el receso mundialista. El asunto de Sherman Cárdenas, quizá el más llamativo, presenta un cambio que solo encuentra explicación desde un factor extrafubolístico, pues no se entiende cómo un futbolista que fuera incluso más resolutivo que Edwin Cardona en épocas de Copa Libertadores se haya venido abajo de una manera tan drástica. Al del bumangués se unen los casos de Óscar Murillo y Jhon Valoy, de aportes recurrentes, además de otros tantos que contribuyeron a que la brecha entre una alineación y otra se expandiera, abriendo así el espacio para clasificar en jugadores titulares, suplentes y otros, por crudo que suene, desechables.

3. Goles son amores y faltaron por montones, se podría acuñar a la situación. En el último tramo del semestre, Nacional no tuvo ni la claridad para ejecutar jugadas ni la efectividad para transformarlas en anotaciones. En un mes (13 de noviembre-14 de diciembre) exacto y definitivo, el Verde debió jugar diez partidos, repartidos entre cuadrangulares y las instancias semifinales-finales de la Copa Sudamericana, donde el poder ofensivo y la eficacia parecieron ser dos variables independientes; cuando una estaba, la otra faltaba, y visceversa. Nacional marcó solo seis tantos en esa decena de encuentros, es decir, poco más de medio gol por juego. Una cifra insuficiente para cualquier institución que tenga aspiraciones de conseguir títulos.

4. El retorno post-selección de aquellos que fueron convocados por José Pékerman no fue el mejor y, si bien Alexánder Mejía demostró su jerarquía y acentuó su figura cuando el equipo más lo necesitó, las presentaciones de Edwin Cardona y Daniel Bocanegra dejaron mucho qué desear. Cuando se pensaba que la motivación iba a ser aún mayor y que era el momento de cerrar el año con broche de oro, el rendimiento de los implicados en este ítem no fue el esperado, tendiendo en cuenta lo que estaba en juego, y opacó el trabajo, el sacrificio y el progreso conseguido a lo largo de estos seis meses.

5. La entrega no alcanzó, y tal vez sea esta no solo la razón más simple, sino el consuelo más grande para la institución nacionalista, el hecho de que los jugadores hayan disputado 85 partidos oficiales y hayan soportado las ilusiones de la hinchada en dos competencias hasta diciembre, mes al cual otros clubes sueñan con llegar para luchar siquiera una. Al final el combustible se agotó, el cuerpo se derrumbó y lo único que quedó para hacer frente a las obligaciones fue el alma; el espíritu y la garra que tanto se le piden al equipo y que en últimas, aunque haya parecido cansado o estático, en realidad estaba batallando con lo poco que le quedaba.

Se despide el 2014, con la certeza de que habrá 'Míster' para un buen rato más. Por un 2015 lleno de triunfos y alegrías. Chapeau, muchachos!

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Sobre el autor
Esteban  Arango
Fútbol y tenis. Editor de la sección de Atlético Nacional. A veces tengo razón.