Realmente poco se puede resaltar del equipo que saltó hoy de blanco al gramado del Estadio Metropolitano de Techo. En el arco, Anthony Silva fue la figura indiscutida del Poderoso; de principio a fin evitó que vulneraran su portico, que en múltiples ocasiones fue amenazado por la explosividad y cambios de ritmo de la delantera tolimense. ¿Por qué, aparte de por sus increíbles atajadas, se destacó el paraguayo?

Es claro, un Tolima en mejores días hubiera seguido de largo en el marcador en el primer tiempo; todo porque el Medellín nunca controló el balón, nunca fue equilibrado en defensa y ataque, nunca conectó sus líneas para atacar y defender en bloque, organizadamente. Tal vez se cansaron Avimiled Rivas y Wilmar Barrios de habilitar a sus volantes ofensivos, como Jonathan Estrada, a quien solo le bastaba ubicarse detrás de la línea de volantes de marca del Medellín y, una vez con el balón, hacer lo propio con Acuña y Pérez. La presión ejercida por los rojos era inofensiva, lo que hizo que centros de costado y remates de fuera del área fueran una constante del ataque tolimense el primer tiempo.

En cambio, cuando Medellín intentaba desahogarse y hacerse con el balón, la proyección de sus volantes era nula, sus pases eran imprecisos, las alternativas por las bandas fueron ineficaces; tanto así, que se volvió predecible la presencia de Caicedo en la mitad del campo, tratando de pescar los balones que no le llegaban en ataque. Fue notorio, eso sí, el sacrifcio de Cristian Marrugo y Hernán Hechalar por generar fútbol de la mitad del campo hacia adelante, mas sus intentos no dieron frutos.

El segundo tiempo sería una incesante ida y vuelta en las opciones ofensivas de los dos equipos, no hubo, para ningún bando, quien marcara una pausa y provocara una sucesión considerable y organizada de pases. En una de esas carreras, un penalti (dudoso) fue pitado para el Medellín. Mucho se ha dicho, los únicos jugadores de fútbol que no erran penaltis son los que jamás tienen la valentía de cobrarlos; no es la oportunidad, y mucho menos la instancia del torneo, para criticar a un jugador como Caicedo. Destacable fue, en esta segunda mitad, la solidez defensiva del equipo; fue más ordenado en el marcaje que en el primer tiempo.

Dos cosas, principalmente, deben tenerse en cuenta para la vuelta el próximo domingo en el Atanasio Girardot: deben alinearse jugadores que promuevan el futbol colectivo de mitad de campo hacia adelante, justo lo que le faltó a Medellín hoy e hizo que se amanezara tanto el arco de Silva; probar jugadores, desde el inicio, que provoquen alternativas para el ataque, como pases filtrados, desbordes por las bandas, sociedades con otros jugadores, etc., Medellín debe salir a jugarse el todo, es el partido más importante del semestre. Toda crítica debe ser constructiva, despotricar de algún jugador en este momento, en instancias definitivas, es de lo más perjudicial para un equipo de fútbol; a pesar de las dificultades transcurridas, estamos entre los cuatro mejores equipos de la Liga, la exigencia ahora debe ser al máximo, pero también el apoyo de la hinchada, que el próximo domingo debe copar las tribunas del Atanasio Girardot y demostar qué la ha hecho la más linda del mundo.

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Sobre el autor
Simón Moreno
Comunicación Social y Periodismo de la UPB