Mucho podemos defender a Radamel Falcao ante las críticas que se le hacen, pero es él quien debe defenderse, realmente. Él ya ha callado bastantes bocas durante su carrera futbolística, y dudo mucho que esta vez sea la excepción. Tras recibir guamazos de un lado y del otro a lo largo de la pasada temporada, Falcao se reencuentra con la Selección Colombia, en donde ha tenido actuaciones épicas, y en donde sus compañeros sí quieren que marque.

El Tigre dice que "no tomará la Copa América como una revancha del Mundial", y eso está muy bien. Debe tomárselo como una revancha del Mundial y de la odisea que le hicieron pasar en Manchester. El trato que ha recibido ha sido inmerecido. Lo más increíble, es que hay colombianos que lo cuestionan, y dicen que debería ser suplente. Esos mismos que en octubre de 2014 gritaron a todo pulmón esos tres goles que marcó frente a Chile, y que nos metieron en el Mundial, que por las cosas de la vida, no pudo disputar. Y es que así somos de malagradecidos. El día de mañana nuestro James se lesiona, y Quintero, por ejemplo, hace un Mundial de Rusia excelente, y la Jamesmanía se nos acaba. Con esto, no quiero desmeritar a Jamescito, que la ha sudado para llegar a donde está, sino hacer énfasis en que la figura del Tigre debe respetarse siempre.

Las más de 45 millones de personas que tienen la fortuna de decir que son colombianas, van a estar al pendiente de su amada tricolor. Esa que une a todos, sin importar el partido político, el equipo de fútbol, la región del país en la que naciste, la religión que sigues, la orientación sexual que tienes, la condición social en la que vives. Todo eso no importa. Lo que importa son once hombres que dentro del campo lo dejan todo. Y uno que sí sabe de dejarlo todo por el amarillo, azul y rojo es nuestro Tigre. Ese de 29 años que a sus 14 años ya jugaba al fútbol profesionalmente. Ese que hizo historia en Buenos Aires, en Oporto, en Madrid y, aunque en menor medida, Mónaco. En Manchester no. Allá el que hizo historia fue el Manchester United, desperdiciando el talento de uno de los mejores delanteros de la historia.

Ya en Chile, Falcao va a tener que estar enfocado en nosotros, en su pueblo. No pensar ni siquiera un instante en lo que va a pasar más allá de la Copa América. Esta es su revancha, pero la idea no es que piense en los traspies que hacen de esto una revancha, sino la manera de hacer todo como sólo él sabe hacerlo en el mundo. Los que estamos seguros de que va a triunfar, estaremos ahí, dándole nuestras energías a la distancia. Gritando cada vez que marque, haga una bonita jugada, e incluso cuando tire y el balón se vaya a las nubes, como pocas veces pasa. No sólo con él, obviamente. Todos los demás jugadores que nos representan y representan la tricolor nos hacen vibrar. Pero quiero exaltar a este señor, porque es un señor, y no por su edad, porque desde joven demuestra señorío.

Confío en él. Pese a todo lo que le ha pasado, y la figura de James Rodríguez. Quizá lo último es lo que hace que muchos lo hagan dudar. Pero es que si algo tienen James David Rodríguez Rubio y Radamel Falcao García Zárate es unión y amistad. No sólo van por el mismo objetivo, que es ganar y honrar a la selección, sino que también son amigos. Confío en él porque lo he visto hacer cosas que parecían imposibles. Porque lo he visto romperse la madre por su selección. Por todo ese fútbol que nos ha demostrado.

No por nada Pep Guardiola se refirió de él como "el mejor delantero de área en el mundo" en el año 2012. No por nada es el máximo goleador de la historia de la Selección Colombia. No por nada es el delantero que cualquier equipo del mundo desearía tener. Es que es el Tigre.

Espero que todo esto que le pasó no le sirva para que baje los brazos, sino para que se fortalezca, y que todo el coraje que debió acumular los últimos meses los despliegue en múltiples rugidos en esta Copa América.