Hace 14 años, el 29 de julio de 2001, la Selección Colombia consiguió coronarse campeón de la Copa América de la cual fue sede. Aquella Selección dirigida por Francisco Maturana y capitaneada por Iván Ramiro Córdoba marcó época al conseguir su primer título en la historia. Los anfitriones lograron llevarse la llamada “Copa de la paz”, lastimosamente la única paz que pudieron disfrutar los colombianos fue la de la Copa.

La situación socio-política del país al inicio del siglo XXI era complicada debido a la presencia de grupos armados ilegales tanto en el campo como en las ciudades, los cuales generaban violencia a lo largo y ancho del territorio. Al llegar a la presidencia de la República, Andrés Pastrana apostó por iniciar un diálogo de paz con la guerrilla de las FARC, y utilizó la realización de la Copa como promoción a su proceso.

La presidencia de Pastrana dependía mucho del éxito del evento, es por eso que se empeñó en cuadrar cada detalle de la organización para que todo saliera de la mejor manera.

“Tengan la seguridad de que Colombia hará todo lo que esté a su alcance para que esta Copa América, la primera del Siglo XXI, sea un evento inolvidable, caracterizado por la organización y la hermandad: ¡para que sea la Copa de la paz!”, dijo Pastrana durante una alocución pública el 10 de enero de 2001.

Como símbolo de agradecimiento, Pastrana le impuso al entonces presidente de la CONMEBOL, Nicolás Leoz, la Orden de Boyacá, pues según él, “su gran amigo” había “trasladado su pasión por el cumplimiento de las reglas del derecho (estudió derecho en la Universidad Nacional de Asunción) al fútbol” y terminó diciendo que a “Nicolás, el cardenal del fútbol suramericano, esta tierra siempre lo acogerá con devoción”.

Leoz, a quien le fuera otorgada la nacionalidad colombiana por el gobierno de Álvaro Uribe, tiene vigente desde junio una orden de captura con fines de extradición que emitió la Fiscalía de Nueva York, acusándolo de corrupción, pues lo señalan de entregar sedes de torneos internacionales a quien más dinero pusiera sobre la mesa.

Pastrana sabía que la Copa sería su caballito de guerra y el escudo que blindaría su tan cuestionado y polémico proceso de paz. Como cualquier líder político, Pastrana quería ganar réditos, halagos y aceptación popular realizando una competencia deportiva que uniera la nación.

La situación social en Colombia no era la mejor para realizar un evento de talla continental. La violencia generada por grupos armados ilegales de mucha capacidad preocupaba no sólo a los colombianos víctimas directas o indirectas de estos hechos, sino también a Pastrana, quien sabía que de seguir la situación de la misma manera, la sede de la Copa peligraría y su escudo desaparecería.

Al principio se perdió la Copa

La imagen internacional del país no era muy llamativa que digamos. Los constantes ataques con carros bomba, los frecuentes secuestros a miembros de las fuerzas armadas y a políticos, la crisis económica de la cual Colombia apenas estaba saliendo, entre otros factores, hacían que la sede de la Copa América 2001 fuera poco seductora para aficionados y jugadores extranjeros.

Al percibir esta compleja situación de orden público que se vivía en Colombia, la CONMEBOL le pidió al gobierno que garantizara la seguridad para el evento y para los visitantes. A diario se veían noticias sobre secuestros, atentados y asesinatos. El 29 de diciembre del 2000 las FARC asesinaron al político Diego Turbay, a su madre y a cinco personas más, cerca al municipio de Puerto Rico en Caquetá.

En Medellín y Cali se presentaron tres atentados con carros bomba en los últimos seis meses previos al inicio de la Copa. En Cali el atentado estuvo más cerca del fútbol, pues el 4 de mayo estalló un carro bomba al frente del Hotel Torre que dejó 36 heridos entre los que se encontraban tres jugadores del Once Caldas, y su técnico, Javier Álvarez. En ese hotel caleño se encontraba ubicada la oficina de la organización de la Copa América.

La gota que derramó la Copa fue el secuestro de Hernán Mejía Campuzano, vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol, el 25 de junio a manos de las FARC. A 16 días del inicio de la Copa, la CONMEBOL canceló el certamen. Fue allí donde Pastrana sacó sus dotes de negociador y envió un grupo de funcionarios del gobierno acompañados de todos los alcaldes de las siete ciudades donde se disputaría el certamen y recuperó la sede, argumentando que “¡Quitarle a Colombia la Copa es el peor atentado que nos pueden hacer!”

De no ser por la intervención política de Pastrana, Colombia hubiese perdido la sede y se repetiría la historia de la Copa del Mundo de 1986, en la que el país había aceptado ser sede y el presidente Belisario Betancur declinó la propuesta a cuatro años del evento, argumentando imposibilidad económica y logística. Gracias a Pastrana la historia no se repitió.

Faltó Tango en la fiesta

La sede que acogería a la Selección Argentina sería Medellín; todo estaba listo para recibir a los compatriotas de Carlos Gardel. La afición paisa, futbolera por tradición, estaba encantada con la idea de ver en su casa a la mejor selección, en ese momento, del continente, pero lastimosamente los gauchos rechazaron la invitación a última hora.

Según Luis Guillermo Pardo, presidente de la Corporación C3, encargada de análisis de conflictos, la Medellín del 2001 “vivía un proceso de toma por parte de las estructuras paramilitares y de autodefensa” debido a eso la situación social era violenta y de alta tensión. En aquel momento hacían presencia en la ciudad grupos armados como el 'bloque Metro de las AUC', el bloque del Magdalena Medio, las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, además de algunas estructuras guerrilleras de las FARC y el ELN, por consiguiente “Medellín vivía una situación explosiva” argumentó Pardo.

Al parecer la inseguridad que atravesaba Medellín por ese entonces, fue lo que habría llevado a Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) a declinar la participación. Tanto así, que el embajador de Argentina en Colombia, Carlos Carrasco, denunció que había llegado una amenaza directa hacía la Selección Argentina que disputaría la Copa América.

“No jueguen con candela y que Argentina no concurra a la Copa América”, decía la carta que atemorizó a los argentinos, que a pesar de que el gobierno colombiano expresara que haría “todo lo posible y necesario para garantizar la seguridad de sus invitados” decidieron no participar en esa Copa América.

Tan “explosiva” era la situación en Medellín que en enero de 2001 se presentó un atentado con un carro bomba en el centro comercial El Tesoro, en el barrio El Poblado. Cuatro meses más tarde, el 17 de mayo, se registró el segundo ataque con carro bomba, esta vez en plena zona rosa de Medellín, en el Parque Lleras. Este segundo atentado fue el de mayor destrucción y conmoción, allí se registraron cinco muertos y 76 heridos. Esas situaciones no es que atrajeran mucho a ninguna selección.

El motivo de estos atentados según Pardo “fue una crisis interna” en la estructura delincuencial de alias ‘Don Berna’ con una de sus bandas más poderosa, La Terraza (originaria de la zona nororiental de Medellín), esto originó ataques de parte de ‘Don Berna’ y Carlos Castaño hacía esa banda, y en represalia, los jefes de La Terraza que sobrevivieron, ordenaron la colocación de estas bombas en el Suroriente de la ciudad. Se especula que ambos líderes paramilitares tendrían inversiones económicas en las zonas donde ocurrieron los atentados.

“La gente en Medellín sentía miedo, había zozobra y todo el mundo se entraba temprano”, así lo explica el concejal y periodista deportivo, Santiago Martínez, quien para ese entonces era concejal de la ciudad. Aunque Martínez recalca que “la violencia en la ciudad era evidente” hace hincapié en que Argentina tenía plena seguridad de que en Medellín “no le iba a pasar nada”. Y concluye diciendo que “la ausencia de Argentina en la Copa América se debe única y exclusivamente al ego de Grondona”.

Tanto Argentina como Canadá rechazaron la invitación a la Copa, aunque la selección canadiense no causó tanto revuelo, los argentinos si lo hicieron, y fuera cual fuera el motivo de la ausencia de Argentina, la afición colombiana, y en especial la antioqueña estaba decepcionada con lo acontecido, por eso expresaron su rechazo hacía los gauchos colmando las tribunas del Atanasio Girardot para apoyar a Costa Rica y Honduras, selecciones que aceptaron reemplazar a los ausentes.

“Uno no puede hablar de lo que pasa en la casa del vecino. Yo creo que la Copa América se hizo y aquí no hubo ningún problema para ninguno de los que vinieron, ni de los turistas ni de los equipos. Cada uno es dueño de su miedo y hay que respetárselo”, comentó Maturana a cerca de la ausencia de la albiceleste.

Colombia 2001: El mejor equipo en la historia de la Copa

En términos futbolísticos, la Selección realizó un torneo de en sueño, ganó todos los partidos y no recibió ningún gol, convirtiéndose así en la mejor campaña en la historia de la Copa América.

El timonel del equipo colombiano campeón de América fue Francisco Maturana. El chocoano pasó a la historia del fútbol suramericano tras ganar en el 2001, ya que se convirtió en el segundo técnico en conseguir quedar campeón de la Copa Libertadores y la Copa América.

Pareciera ser cierto el adagio popular “todo lo del pobre es robado”, ya que esa fenomenal campaña de Colombia en el 2001 fue empañada por la ausencia de Argentina y por la participación de Brasil sin sus más renombradas figuras. Aunque para Maturana, “Colombia le ganó en ese momento a los que eran y punto. El problema es de los mismos colombianos que se pongan a minimizar lo que consiguen”.

En la fase de grupos Colombia enfrentaría a Venezuela, Ecuador y Chile. En esta ronda se presentaría el duelo entre quienes habían salido campeones de la Copa Libertadores con Atlético Nacional en 1989, Francisco Maturana como director técnico y Hernán Darío Bolillo Gómez como asistente técnico. Ese día el resultado favoreció a los de Pacho quienes ganaron a los ecuatorianos por 1-0 con gol del goleador de aquella Copa, Víctor Aristizabal; los otros dos partidos terminaron con victoria colombiana, 2-0 frente a Venezuela e igual resultado ante Chile.

En cuartos de final los anfitriones golearon 3-0 a una Selección Perú desbordada por la capacidad goleadora y el talento de Aristizabal quien convirtió dos goles, el otro gol fue obra de Giovanni Hernández. La ronda semifinal enfrentaba a Colombia con el equipo revelación del torneo, Honduras, el reemplazante de Argentina, y quien en cuartos de final había vencido 2-0 a la poca adornada Brasil, en el estadio Palogrande de Manizales. Los hondureños no pudieron vencer a los anfitriones quienes estaban intratables, y con goles de Aristizabal y Gerardo Bedoya determinaron su paso a la gran final ante la invitada habitual, México.

El plan no podría salir mejor para Colombia en ambos frentes. Para el líder futbolístico, Maturana, estaban en la final, de locales y con el favoritismo; y para el líder político, Pastrana, estaba en su casa (Bogotá), con sus amigos Leoz y Maradona, demostrándole al mundo que Colombia sí podía, y además ganándose el aprecio de los colombianos que no salían del furor provocado por Aristizabal y compañía.

La gran final era un capítulo aparte en la historia colombiana, ese 29 de julio pasaría a la eternidad. Gracias a ese remate de cabeza del capitán Córdoba, los colombianos podrían festejar un título sin precedentes, aunque también sin repeticiones. Un 1-0 fue suficiente para vencer a los aztecas y levantar la “Copa de la Paz”, que a la postre sería la única paz que ganaría Colombia.

Fue tanto el compromiso que sentía Pastrana por la selección que en la ceremonia de premiación se le vio al lado de los jugadores, festejando el triunfo histórico dentro de la cancha. Seguramente fue tanto su aporte a la consecución del título que la organización decidió darle medalla de campeón, cual convocado por Pacho Maturana.

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