El primer tiempo fue un tramo de estudio, casi como un juego de ajedrez donde los dos equipos se estudian, buscan debilidades y fortalezas de la barrera a romper, se tornó por momentos cortado el juego, de mucha fricción.

Sin embargo, Vladimir Hernandez y Juan David Perez descifraban por momentos la clave para ingresar a las puertas del área rival, pero se encontraron con un desconectado Tolosa que no cantaba al mismo tono que llevaba la sinfonía juniorista.

El 20 fue el minuto de la pesadilla, ese fue el momento justo en el cual, Copete, eleva su vista, y su cerebro lanza el comando de pateo. En ese instante, trata de intervenir un jugador del cuadro ‘tiburón’, pero era tarde, ya el movimiento previo al impacto se había completado, la pelota ya había sido golpeada. Su viaje fue esplendoroso, casi como el de un halcón cuando ve a su presa, así, bajando de golpe, y estrellándose contra el palo de la mano izquierda del portero Viera, ese remate silenció por un momento a la hinchada de Junior, que casi toco las puertas del averno y ascendió al cielo en el momento justo en que vio que el balón chocaba con el poste.

El segundo tiempo llegó y con optimismo lo recibió tanto la hinchada como los jugadores, que vieron a un equipo compacto, corto y largo, firme y con un propósito, que era la remontada.

A los 52 minutos llegó el momento de la gloria, un Samario apellido Barrera sería el protagonista de este momento esencial para el desarrollo del juego, porque sería el primer golpe, el gol que pondría a los ‘Verdolagas’ contra las cuerdas. La estocada final se dio en el 75', minuto en el que Ovelar con un auténtico golazo marcaría la derrota absoluta de Atlético Nacional. 

Al final de la historia la hinchada tiburon quedó satisfecha con la actuacion de su equipo, los jugadores de Junior se fueron con felicidad en su rostros y optimismo para los cuartos de final.