No era un equipo cualquiera, había héroes, héroes de una gesta conseguida ese mismo año; entre ellos, un personaje que describe gran parte de la idiosincrasia antioqueña, Néider Yesid Morantes; pero también otros cuantos inolvidables de la casa roja: Jaime Castrillón, Jaír el chiguiro Benítez, Diego Álvarez (prescindiendo de los odios y afectos hoy despierte en la hinchada), César Valoyes, un peludo rockero que el historia devolvió a donde siempre perteneció: David González, entre otros.

Estos muchachos, de la mano del técnico Pédro Sarmiento, luego de haber sido campeones seis meses atrás y haber clasificado sexto en la fase de todos contra todos —29 puntos conseguidos en los 18 partidos—, se prepararon para enfrentar al Deportivo Cali en la quinta fecha de los cuadrangulares finales del torneo finalización 2004 en el 'coloso de la avenida Centenario'. Ya el Medallo había empatado en las dos primeras fechas de esta fase con Bucaramanga y Cali respectivamente en condición de visitante, perdido en su visita el Metropolitano de Barranquilla con el Junior en la tercera fecha, y vencido a los 'tiburones' en el Atanasio en la cuarto partido. El ambiente era tensionante, una victoria aquel 5 de diciembre del 2004, contra el Cali, dejaba al 'rojo' muy cerca de disputar su segunda final consecutiva. 

El balón rodó y el Medellín salió a buscar el partido; 'la norte' palpitaba, el rojo y el azul engalaban los colores en aquella noche de domingo, la asistencia daba cuenta de la firmeza de 'la hinchada más linda del mundo', el profesor Sarmiento no dejó de regañar a sus dirigidos, y, mientras tanto, Medellín continuaba con la brujula en la mano... buscando el espacio, el pase, el orgasmo del fútbol que es el gol. No lo encontró. En el segundo tiempo los hombres de verde anotaron el primero, y, ya en las postrimerías del partido, el peludo rockero atravesó la cancha completa, con osadía y optimismo, buscando conectar con la cabeza un tiro de esquina que Néider Morantes cobró desde el sector suroccidental de la cancha. Con el infortunio de que los velocistas del Cali aprovecharon el desbalance de jugadores rojos en la cancha para orquestar un contragolpe letal terminó el partido 0-2. No solo terminó el partido, también terminaron las aspiraciones del Medellín en el 2004-II. que culminaría coronando al Atlético Junior. 

Algo más de 10 años han transcurrido desde aquella noche, que, para muchos hinchas del Medellín, fue más oscura que cualquier otra. 

Los partidos con el Deportivo Cali hace rato se han convertido en más que la disputa de tres puntos para la fanaticada roja. La última final del rentado colombiano fue una puñalada directa al corazón, y mucho de cierto hay en aquellos hinchas que afirman que la única revancha posible de aquel 7 de junio se dará en otra final. Digamos, muy arbitrariamente, que el partido del pasado miércoles fue la revancha de aquel 5 de diciembre del 2004, y será completa siempre y cuando el 'Poderoso' saque un resultado provechoso dentro de 15 días; no olvidemos que también es mucho lo verídico en aquel viejo refrán que dice que la venganza es un plato que se sirve mejor frío. 

Hay que mencionar, por último, que lo único que nos queda de aquella inolvidable fecha es el querido rockero peludo, que se ha ganado a la hinchada a punta de atajadas y afectos. Sin embargo, debemos reconocer que los héroes del presente no tienen nada que envidiarle a los del pasado: la nómina actual del Medellín tiene un alto nivel de competencia y está comprometida con un proyecto que parte desde lo administrativo. 

Está claro que el mañana lo construimos desde el hoy, pero la incertidumbre es lo que nos da pie a amar este bello deporte; tan bello que nos permite reírnos en medio de la adversidad.