El duelo de repechaje para el Grupo Mundial de la Copa Davis llega en un momento clave para el tenis colombiano. Luego de tres intentos fallidos de ingresar al cuadro de los 16 mejores seleccionados nacionales, el equipo comandado por Mauricio Hadad encuentra en Japón el juez oportuno para definir su situación: ¿está o no está preparado para competir contra los protagonistas?

Estados Unidos, Japón y Canadá. En ese orden se apagaron las ilusiones. 48 años disputando el torneo de tenis por naciones más prestigioso del planeta y nunca se había podido dejar atrás la relegada Zona I de las Américas, hasta que la legión de tenistas patrocinados por Colsanitas, Argos y otras empresas del sector privado explotó. Colombia pasó de luchar por no descender categorías en su continente a cruzarse con las grandes potencias del deporte blanco. Todo en un período de cinco años.

Un cambio descomunal para una selección que no estaba habituada a tal nivel de relevancia y exigencia. Mas los resultados todavía no acompañan el crecimiento del proceso tenístico en el país, que va desde la planeación administrativa y la adecuación de espacios para el entrenamiento del deportista hasta sus presentaciones en el circuito de la ATP. Con la serie que dará inicio mañana, ya son cuatro las aproximaciones al cuadro principal del Major por países, y las tres que han pasado terminaron como sueños rotos en la qualy.

La situación no parece tener reversa. Por bien que estén los tenistas cafeteros, las condiciones que ofrecen los equipos que sí están acostumbrados a disputar estas instancias se mantienen. En frente ya no están las selecciones de un representante entre los 100 primeros del escalafón o de doblistas improvisados. El pequeño paso que le falta a Colombia para acceder a la élite se hace gigante, pues en frente tiene a países cuya raqueta número uno es un 'Top 5' o, en su defecto, con hasta tres jugadores entre los mejores 20 del mundo.

Japón, para efectos del caso, tiene a Kei Nishikori. Un jugador que no viene teniendo un buen año en relación con su talento y su posición en el ranking, pero que supera con comodidad hasta el punto más alto del rendimiento de cualquiera de los nuestros. Alzó los trofeos en Memphis y Washington, además de haber retenido el título en Barcelona. Solo con los resultados de esta temporada, el nipón ha ganado más torneos que todos los tenistas colombianos de la historia juntos.

A Nishikori se suman Taro DanielYasutaka UchiyamaYoshihito Nishioka y las debilidades de los muchachos de Hadad. Porque no son solo ellos. Son los temores de los nuestros. Sus debilidades. Lo que los hace vulnerables. El duelo contra los asiáticos reúne estas circunstancias y la amenaza de enfrentar al número seis del mundo. De allí que en la previa la incertidumbre se incline por destacar lo que abunda por allá y lo que escasea por acá.

Colombia no tiene en sus filas un comodín, por ejemplo, como el que figura en Gran Bretaña. Cuando las alarmas del cuadro capitaneado por Leon Smith se encienden, Andy Murray sale al rescate. Así ocurrió en julio, al recibir a la Francia de Tsonga, Simon, Mahut y Benneteau por los cuartos de final de la competencia.

El escocés ganó su partido de singles, salió airoso del dobles junto a su hermano Jamie y selló la clasificación en el primer turno del tercer día. A los británicos se unen selecciones como Canadá, República Checa, Suiza o Serbia, cuyos máximos representantes introducen en el equipo rival la idea de que la llave, de entrada, se pierde dos a cero. Un valor añadido que condiciona. El de en frente no ha empuñado raqueta y ya debe remontar.

Tampoco se cuenta con la fortaleza mental de una selección como la Argentina. Un conjunto ajeno a figuras y a egos, pero capaz de compensar cualquier déficit con la garra, el espíritu y el apetito voraz que posee a sus integrantes cada que saltan a la cancha con la albiceleste a su espalda. Hoy están en semifinales de la centésimocuarta edición de la Davis. Sin Coria. Sin Gaudio. Sin Nalbandian. Solo un par de plebeyos buscando apoderarse de un imperio.

Pese a todo, lo que más falta es consistencia. No se puede dudar del sentido de pertenencia de los nuestros. Mucho menos de su compromiso. El caso es que la Davis no da margen de error. Hay que aprovechar los puntos cruciales. Confiar en lo imposible. Creer que cada partido es importante. Colombia es capaz de resolver una serie a su favor para el segundo día. Sin importar el adversario. El punto de inflexión está en la cabeza de los nuestros. Solo eso decidirá si entramos al vuelo o continuamos merodeando el check-in.