Frente a Estudiantes de local, la sonrisa del hincha volvió. El equipo fue aquel que encantó en 2016, y aunque con distintos intérpretes, todo pareció volver a la normalidad, aún con la adversidad de quedar afuera de la Copa porque se depende de otros resultados.

La incertidumbre llegaba de cara a la final de la Recopa Sudamericana frente al Chapecoense, que de locales en el Arena Condá, hicieron pasar un mal rato a la defensa verdolaga, como tampoco recibieron mayores sustos en su portería. El ‘riflazo’ de Macnelly Torres al ángulo izquiero de la portería del Chape ponía a un gol de empatar la serie.

Un mes después, todo cambió. Primero, el Chape que venía ganando en las competiciones que disputaba, empezó a caer en resultados. Con el resultado de ayer ya suma en 6 partidos, 5 derrotas y este fin de semana inicia su participación en el Brasileirao. Mientras tanto, Atlético Nacional aunque dominaba en el torneo local, quedaba en deuda en lo internacional. Pasó Botafogo y los dos partidos de Estudiantes. Se cambiaron los roles en 36 días exactamente.

Desde el minuto 1 ya la presión de anotar el gol del empate era historia pasada. Una cachetada al balón, exquisita por parte de Macnelly Torres, llegaba a la diagonal trazada por Dayro Moreno, rematando directo al palo del arquero, recibiendo complicidad por su error. El estadio estalló de alegría. “Sí, Nacional ha vuelto”, oí por ahí.

¿El problema era la cabeza? Una de las declaraciones que da René Higuita en uno de los vídeos con motivo de los 70 años es: “Eso es un cuento psicólogico y no solamente es la parte futbolística. Uno se mete en la cabeza que queremos copa, queremos copa y ganamos la copa”. El equipo se vuelve a sentir como aquel que sabe que en sus pies llenos de fútbol puede ganar en el continente.

El primer tiempo fue una imposición de condiciones por parte del ‘verdolaga’. La posesión y control del balón predominaron, y en ataque todos causaban malestar. Dayro ya tenía un gol, Arley Rodríguez le sacaba faltas de costado a su marcador e Ibargüen cada que agarraba el balón desplegaba magia y peligro en el área de Chapecoense, no tiene nombre la forma en que terminó ‘bailando’ al lateral derecho.

Mientras, atrás, Alexis Henríquez transmitía la seguridad necesaria para avanzar junto a Diego Arias y Aldo Leao Ramírez, que hicieron una gran dupla, respaldada por Daniel Bocanegra y Farid Díaz. Francisco Nájera, una interrogante de los hinchas, cumplió a carta cabal su responsabilidad.

El minuto 30’ fue consecuencia de todo lo mencionado en ataque. Un desborde de Ibargüen, que se escapaba de la marca de dos jugadores, asistía a Dayro que se encontraba en la línea final, que de primera entregó a Macnelly, y el ‘10’ volvió a cachetear. Qué difíciles que son esos balones. A un

Ibargüen que ingresaba al área, se sacaba a los centrales, y remató potente para el segundo. Ya la serie estaba a favor. La Recopa ya pintaba a favor del 'verde paisa'.

El Chape aguerrido y fuerte que hizo cara en el partido de ida, no dio pie en Medellín. Solo hasta el segundo tiempo, lo anímico dio impulso para algo más. Esos impulsos pusieron a Nacional bajo las cuerdas. Tanto así que un remate después de un desborde de Joao Pedro (de gran nivel) Alexis Henríquez la saca imperial de la raya. Era el 2-1, el empate en global y a penales. Pero en medio de esa presión, Ibargüen volvió, bailó al 22 de Chape, y en un centro al otro lado, cabeceó Arley para asistir a Dayro y llegó el tercero. Con el que en definitiva se podía hablar de un nuevo título.

El descuento de Chapecoense llega por aquel número 2 (Joao Pedro), y el cuarto de Nacional por una genialidad y suerte de Andrés Felipe, que volvió a tener una de sus grandes noches.

El problema no era el esquema táctico, tampoco las ausencias, tal vez los intérpretes de la idea, como también alguna “desestabilidad” administrativa por la salida de Juan Carlos de la Cuesta, que indistinto a la razón, si fue una salida inesperada. Pero ayer ante un estadio nuevamente a reventar, Nacional ratificó que la alegría regresó, y con eso basta para empezar a ganar de la forma en que le gusta a la hinchada.