La noche estaba lista, no hacía falta nada, todas las tribunas estaban llenas, para ser más exacto 44.189 espectadores asistieron. Él estaba ubicado en su posición habitual, en la que normalmente se desempeña, adelante del volante de recuperación, ¿con qué misión? Con la tarea de ser el encargado del segundo pase y acelerar en las transiciones de defensa a ataque, siempre cuando el equipo lo necesitara.

El cronómetro no marcaba los primeros 5 minutos del primer tiempo y ya Mateus Uribe, jugador fundamental para el esquema de Reinaldo Rueda y Bernardo Redín, había avisado que, el equipo iba a presionar en todos los balones divididos, imponer condiciones en el terreno de juego y buscar rápidamente los dos goles que empataran el partido.

Luego del gol de Macnelly Torres, el primero para su equipo. Dayro Moreno, goleador de la Liga Águila 2016, lo intentó desde afuera del área, pero su remate se estrelló en Germán Mera. Uribe quiso seguir con el ataque, pero Mera le ganó el balón, después el jugador de Atlético Nacional hizo un quite deslizante, le pasó el esférico a Rodin Quiñones, quien no dudó en devolvérselo para que marcara el segundo gol en el marcador, con un fuerte remate al palo derecho del arquero Mina.

Mateus, con el paso del tiempo en el partido, siguió desempeñando su función de manera excepcional, pues no sólo le ayudó a recuperar balones a su compañero Elkin Blanco, sino que también pasó al ataque en los momentos que lo vio posible y, cuando no fue así, colaboró con relevos defensivos, creó jugadas y tapó las bandas e impidió las sociedades en el medio campo del Deportivo Cali.

Uribe, no sólo brilló con su talento para ayudar a su equipo a conseguir el título 16 en la historia del fútbol profesional colombiano, también confirmó que su rendimiento es mucho más destacado en la posición que está acostumbrado a jugar y, ademas, que está para seguir haciendo historia en Atlético Nacional.