Como recita aquella canción, es la exclamación que siempre pienso o digo cada 2 de julio. Si bien era un niño cuando ese hecho ocurrió, el dolor de la partida de un joven deportista talentoso me inquieta y me pone a fantasear que habría sido de Andrés Escobar si el rumbo de su vida hubiese continuado.

En este relato intentaré construir lo que deparaba al eterno '2'. Franco Baresi desde 1989 habría conversado en Milán con Silvio Berlusconi lo que podría ser un complemento para un tal Paolo Maldini. Le recomendó al 'cabaliere' que le 'echara un ojo' en el Mundial de Italia 90. Ambos presenciaron el juego de Escobar en aquel histórico 1-1 ante Alemania en el San Ciro. El 'flechazo' fue inmediato. 

Sin embargo, de Suiza le ganaron de mano a los 'lombardos', el Young Boys lo convenció para que comenzara a escalar el 'sueño europeo'. Pero aquel fútbol del 'viejo continente' no era como el que hoy en día conocemos, jugadores de esa 'generación dorada' del fútbol colombiano no se amoldaban a esa estructura.

Andrés volvió a Colombia para ganar de punta a punta un nuevo campeonato con Atlético Nacional, el club de su vida, al lado de su gente. De las toldas 'rossoneras' no se olvidaban de él. Andriano Galliani lo visitó en la 'bella villa', le ofreció un gran contrato, pero el 'caballero del fútbol' tenía claro que quería seguir cosechando logros en su terruño, le apostó al fútbol 'tricolor' para trascender. 

Tras la gran eliminatoria de 1993 y con varios equipos colombianos como protagonistas en la Copa Libertadores, de Italia seguía el coqueteo, hasta que Andrés accedió y acordó que hasta después del Mundial de Estados Unidos le daba una segunda oportunidad al fútbol europeo, esta vez sería en la mejor liga del Mundo, uno de los que más le alentó a retomar ese sueño fue Faustino Asprilla, quien con el Parma era una estrella rutilante. 

Llegó el verano de 1994 y tras un merecido descanso con su familia, Escobar estampaba su firma y se enfundía la camiseta del club que por instantes lo privó de pelear por penales aquella Intercontinental del 89. En su círculo cercano, Andrés dijo que era otra razón para hacerles el 'quite' a los 'tanos'. 

De menos a más, el férreo 'Calcio' daba todo su rigor sobre él, pero como en su vida, nada ha sido fácil. Hizo la transición con Baresi, le enseñó sus secretos, junto a él estaba Maldini y ambos eran el terror de los delanteros. 

Llegó su primera Champions, siguieron los festejos, el colombiano conquistaba Europa con su elegancia, fortaleza y talento. Pasaron los años, los cafeteros ya no tenían que hacer escala en el sur de Sudamérica para aspirar al sueño europeo. Más y más colombianos se despertaban temprano para ver los 'derbis della madonina', la pasión acrecentaba, luego Colombia llegaba a un nuevo Mundial, Francia esperaba a una generación más madura. 

Los cuartos de final ante Holanda nublaron el sueño que luego se renovó en tierras brasileñas llegando a esa fase. Andrés volvió en el 2004 para cerrar su carrera en el 'verde' de su corazón. Luego de armar un equipo con viejos conocidos de aquel 91 como Aristizábal o el 'chicho', Nacional ganaba una final épica ante un aguerrido Junior. 

Llegaba la Copa Libertadores del 2005, diez años después Andrés tenía su revancha de aquella Copa que no pudo jugar por su partida al Calcio y en la que sufrió en un televisor al otro lado del planeta. El 'verde' fue una sinfonía de fútbol, pasó sin problemas la fase de grupos, le ganó al encopetado Boca en su casa, luego se libró de Chivas y Paranaense para disputar la gran final ante el Sao Paulo de Rogerio Ceni, ese que le ahogó varios gritos de gol en una Supercopa, el zaguero quería cobrar venganza. Y lo logró, con un 2-0 en Medellín (un gol suyo), para luego dejar mudo el Morumbí y con su aporte darle la segunda Copa a los 'verdolagas'. 

Volvió Japón, volvió la final esta vez del Mundial de Clubes contra el Milan, aquel rival que le negó la posibilidad de coronarse como Rey Mundial con el equipo de su vida. Ese que le salvó la vida en el 94 era su rival en la noche de Yokohama, ese que pudo marcarle con un gol en las postrimerías como aquel tanto en Wembley ante los ingleses, esta vez la vida le dio el gusto, aquel que no pudo ser en Tokio, pero que luego se pudo dar en las mismas tierras. 

Siendo las 5:38 a.m. Hora que terminé este escrito, me imagino que a esa hora el ídolo del fútbol colombiano dio su último aliento, tantos sueños se nos fueron con esas frías balas, tantos interrogantes surgen cada vez que lo recuerdo, vuelvo y recaigo, ¡Que maldita noche Andrés! que duro es el destino y como nos juega de esta manera. Siempre te recordaré caballero inmortal.