El capítulo 2017 en Atlético Nacional llegó a su fin, al caer por penales contra Deportes Tolima por los cuartos de final de la Liga Águila 2017-II. Los 'verdolagas' arrancaron este año con la misión de revalidar la Copa Libertadores obtenida en el 2016, figurar en la Liga, ganar la Recopa Sudamericana y destacarse en la Copa Águila donde arrancaría desde los octavos de final en el segundo semestre. 

Como lo analizamos el pasado mes de junio, el 'verde paisa' se sumó a San Lorenzo y Liga de Quito como los defensores del título que quedaron eliminados en fase de grupos de la Copa Libertadores. 

Con dos victorias y cuatro derrotas, los antioqueños se despidieron rápidamente de la Copa, el fútbol no logró ensamblarse, bien sea porque los refuerzos no llegaron a tiempo, o el mismo desgaste de un grupo que tuvo un promedio de 60 partidos en los últimos tres años. Todo eso sumó al remate del 2016 donde no se lograron los resultados esperados, a pesar del tercer lugar en el Mundial de Clubes

El escollo que continuaba era la Recopa Sudamericana, un partido con mucho sentido de homenaje debido al rival (Chapecoense) y el estado emocional de gran parte de ambos planteles que sufrieron aquel impase del destino previo a la final de la Sudamericana. La ida tuvo un 1-2 donde Nacional seguía siendo ese equipo inseguro, con falto de ritmo, que por momentos se veía concreto, pero que no lograba acentuarse en la cancha. 

El duelo de vuelta fue 'otro cuento'. Algo que se debe destacar de Nacional fue esa superioridad para jugarle a los rivales en el Atanasio Girardot. Lo potencia, saca resultados y gana títulos. Para la muestra ese 4-1 contundente ante los 'verdaos'. 

A la par de estos torneos internacionales, el 'verde paisa' navegaba la Liga en velocidad crucero, sin mucha exigencia terminó líder en la fase de todos contra todos y con categoría supo sortear las llaves para alzarse con su estrella 16 en un emocionante partido final ante Deportivo Cali, donde lo goleó 5-1, mostrando toda esa 'chispa' que embaraza afición. 

Para el segundo semestre del año, al no tener torneo internacional el plantel se reduce a 25 profesionales. Reinaldo Rueda se fue entre lágrimas y corazones rotos, luego de estar al frente del equipo por casi dos años, donde le puso su sello ganador y continuó un proceso arrancado por Santiago Escobar en 2010 y continuado por Juan Carlos Osorio en 2012. 

También se fue el presidente Juan Carlos de La Cuesta, un hombre con carisma, trabajo y que abandonó su cargo siendo el mandatario más ganador en los 70 años de historia 'verdolaga'. 

Las expectativas eran altas de cara a un semestre en el que Nacional pasaba de los reflectores internacionales al 'barro' doméstico. La Copa y la Liga II le quedaban como 'banco de pruebas' de cara a armar un equipo fuerte que peleara la Copa Libertadores 2018. 

Llegó el presidente Andrés Botero y con ello el técnico español Juan Manuel Lillo. Ambos criticados por sus pasados inmediatos, pero que tenían una hoja de vida y recorrido, dando crédito a un nuevo proceso. 

Con Lillo llegó a trabajar René Higuita como entrenador de arqueros, algo que para la hinchada 'verdolaga' fue un 'oasis' en estos meses convulsionados. 

El técnico ibérico tuvo un flojo arranque en la Liga ante Santa Fe, sumaron victorias como local hasta mantenerlo entre los primeros lugares. Pero las derrotas ante Junior, DIM, Pasto, Cali, Tigres y Tolima en cuartos de final, todas como visitante, ponían en el 'ojo del huracán' su proceso. Sin contar la derrota ante Patriotas por la ida de los cuartos de final en la Copa Águila. 

Volvemos a lo que les decía al comienzo de la fortaleza de Nacional como local, fue un equipo que durante este año solo cayó ante Botafogo y concedió apenas tres empates (dos en este semestre), siendo por lejos, la plaza más complicada para que le quitaran puntos. 

Se ganaba, se conseguían resultados, si se fija uno en las tablas y estadísticas, Nacional fue uno de los mejores en el semestre. Pero en el fútbol además del qué hay que preguntarse el cómo, y ese aspecto fue criticado por todos. El tener más de 80 partidos sin marcar un gol de tiro libre, los partidos con poca productividad ofensiva, el equipo que le falta esa 'chispa' que le hizo ganar dos títulos durante el año pero que se evaporó en el segundo semestre, hizo que Nacional terminara con más caras largas que esperanzas de cara al 2018. 

Por otro lado, el técnico Lillo no fue autocrítico a la hora de confrontarse con los medios, todo es un aprendizaje por más preparado que estés en tu profesión (no solo en fútbol, en todos los aspectos de la vida) siempre la mejora contínua debe estar en tu ADN en ese chip y ese fuego sagrado que todos tenemos y el cual es nuestro combustible para seguir navegando en esta vida. 

Se viene un par de meses donde los directivos deben tomar decisiones de como seguir, si le siguen apostando a un proceso que, a priori, ha sido un fracaso. La presión de ganar la Superliga, volver a figurar en el continente y pelear la Liga serán esos tres objetivos para un equipo que sufre un gran 'mal'; se acostumbró a ganar y a jugar bien.