Una lección importante que deja el fútbol es que, más que los goles, las mejores historias de cancha surgen de la resiliencia, condición que ha llevado a Irán a clasificarse al quinto Mundial de su historia, dejando atrás las épocas más traumáticas de su vida como nación, cuando hasta el deporte estaba vetado por la violencia.

Esta selección vio salir el sol en oriente cuando ganó tres Copas Asiáticas consecutivamente entre 1968 y 1978, año en el que jugó su primer mundial. Sin embargo, apenas un año más tarde el país se sumió en la llamada Revolución iraní, la cual buscaba derrocar la última dinastía que les quedaba, dejando un saldo de más de 15.000 muertos.

La afición de Irán en un compromiso de Copa Asiática. Fotografía: Mostafa Azizpour

Ni bien pensaban en recuperarse, cuando en septiembre de 1980 se inició una guerra de ocho años en el Golfo Pérsico entre Irán y su vecina Irák, países que habían roto relaciones diplomáticas debido a conflictos territoriales. Saddam Hussein, entonces presidente iraquí, pensaba que Irán estaba débil militarmente, por lo cual la victoria iba a ser fácil. ¿El resultado? Cerca de un millón de bajas.

Estas situaciones obligaron a que el fútbol pasara a un segundo plano en el país, a pesar de que venían de una época dorada en su continente. Después de la etapa de violencia, de a poco empezaron una recuperación que trajo consigo la clasificación a campeonatos mundiales en categorías menores y la cúspide en Francia 1998. 

Si se ven así las cosas, Irán es un inagotable animador de competiciones a nivel de selecciones, que empezó su participación mundialista en Argentina 1978, cuando solo sumó un punto ante Escocia y cayó frente a Perú y Países Bajos.

Irán durante su debut mundialista.           

El resurgir ante la guerra fue en Francia 1998, en el que tampoco pudo avanzar de fase, aunque logró un resultado épico: victoria frente a Estados Unidos, uno de sus grandes enemigos políticos.

Irán derrotó a USA en un partido histórico por la situación entre ambos. Fotografía: Getty Images.

Ocho años más tarde, mientras los ojos del mundo estaban puestos en la magia que desbordaba el Zidane de aquella época, Irán buscaba con modestia un cupo a la ronda siguiente. Las lecciones anteriores no sirvieron y de nuevo fueron coleros en su grupo,esta vez por debajo de Portugal, México y Angola.

La última cita mundialista para los asiáticos fue hace cuatro años en Brasil, dejando de nuevo una presentación más cercana al fracaso que a cualquier otra palabra. Reza Ghoochannejhad fue el autor del único gol que convirtieron en los tres duelos.

Este combinado está a cargo del técnico portugués Carlos Queiroz, quien a nivel de clubes llegó a manejar las riendas del Real Madrid, y que en cuanto a selecciones fue el técnico de Portugal, Emiratos Árabes Unidos y Sudáfrica.

Queiroz cargando una réplica de la Copa del Mundo después de la clasificación a Rusia 2018. Fotografía: Sporkeeda.com

Su capitán es Ashkan Dejagah, nacido en Teherán, al norte del país, y que ha pasado por lo clubes alemanes Hertha Berlín y Wolfsburgo, para integrar actualmente las filas del Nottingham Forest.

Sin duda esta selección pinta como la más opcionada para ocupar la casilla del fondo de la tabla, pero no sin antes dar la pelea ante los países de peso con los que comparte grupo.