Al norte de Europa, en medio del frío que caracteriza esta parte del mundo, se encuentran los países nórdicos, con unos 26 millones de habitantes, aunque con más de la mitad de su territorio formado por capas de hielo y icebergs, lo que lo hace un lugar imposible para la supervivencia.

En total son cinco países, de los cuales el más pequeño es Islandia, un país conformado por poco más de 330.000 pobladores, de gran actividad volcánica y con un clima más templado que el de la mayoría de sus vecinos. 

Islandia, más allá de los hermosos paisajes que ofrece y de las historias de vikingos que marcaron su existencia, no tenía mucho por contarle al mundo. En su hermetismo, alcanzó la cúspide del desarrollo, avanzó tecnológicamente y, oh sorpresa, se clasificó para el Mundial de Rusia 2018.

Este hito cobra mayor relevancia si se tiene en cuenta que hasta el 2016 era una selección sin un amplio historial en cuanto a participaciones en eventos futbolísticos de alto nivel. De hecho, la Eurocopa de ese año fue su primer torneo internacional, y sí que lo supo jugar.

Después de empatar con Portugal y Hungría, la selección islandesa derrotó a Austria y avanzó en su grupo, para después lograr un victoria sorpresiva contra la mítica Inglaterra en octavos de final. Las ilusiones se esfumaron en un 5-2 contra Francia por los cuartos de final, pero desde ahí se marcó un antes y un después en la historia deportiva de un país que quería hacerse protagonista.

Por eso, se hizo aún más meritoria la gesta alcanzada en octubre de 2017, cuando la victoria 2-0 ante Kosovo les dio a los de Heimir Hallgrímsson el tiquete para el campeonato futbolístico más importante del mundo. De paso, un récord Guiness se les atravesó en el camino, pues eran el primer país de la historia que clasificaba a un Mundial teniendo menos -mucho menos-, de un millón de habitantes.

Quizás estos antecedentes ligados a la falta de experiencia hagan de Islandia una candidata a quedar afuera del Mundial en primera ronda, pero hay algo claro y es que hay un proyecto deportivo serio, que se viene consolidando desde años atrás, con miras a mejorar las condiciones para jugar fútbol en el país y para reforzar los conocimientos en este deporte.

Su máxima figura es su goleador vigente, Kolbeinn Sigþórsson, quien es apenas superado por Eiður Guðjohnsen, el recordado jugador que en su momento vistió la camiseta del Barcelona español y se convirtió en un referente de su época. Sigþórsson forma parte de la plantilla del Galatasaray, uno de los clubes más laureados de Turquía.

Sin duda, esta selección cumplirá bien su papel de animadora del grupo que comparte con Argentina, Croacia y Nigeria, con el agregado de que, sin nada que perder, puede dar una buen sorpresa y meterse a la fase de eliminación directa del campeonato.

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