La asistencia de Colombia al Mundial Brasil 2010, resultó ser el primer Mundial al que llegaba con mi total uso de razón. Del ultimo Mundial al que clasificamos, no recuerdo mucho. De aquel Francia 98’ solo recuerdo su azuleja mascota y que el local fue el campeón. Así que toda mi generación, la de mediados de los noventa, al igual que yo no tenían memoria mundialista.

El estadio Mineirão recibía el debut de Colombia y Grecia en este torneo, el escenario deportivo estaba semicubierto por una gran mancha amarilla, pues miles de colombianos estaban en sus gradas para ver lo que seria el inicio de una muy buena participación en Brasil.

Los equipos se ubican en el túnel de acceso a la cancha, Colombia con chaqueta blanca, pantaloneta blanca y medias blancas. Sale junto al seleccionado de Grecia y mi corazón empieza a latir un poco más fuerte, ha mi alrededor gritos y aplausos.

Se vino uno de los momentos más esperados, el himno. El volumen de la discoteca donde estábamos aturdía, la gente en la discoteca lo cantó a todo pulmón. Y cuando creíamos que ya había terminado nuestro turno, se percibe que los narradores y comentaristas se quedan callados, pues la gente en el estadio seguía entonando la letra del himno. Se me erizó la piel, un nudo en la garganta no permitía que se entonara con todas las fuerzas esa linda letra de nuestro himno.  

Cuando logramos coincidir con el sonido que provenía del estadio solo nos quedó gritar con el alma “¡Comprende las palabras del que murió en la cruz!”. Parecía que estuviéramos adentro del estadio, que los miles de kilómetros que había hasta Belo Horizonte no importaban, pues hicimos de ese momento algo muy especial y que no se podrá olvidar jamás.

Ya estaba todo listo, los equipos en el terreno, el árbitro configurando sus relojes, el público en la tribuna, nosotros en la discoteca sentados, las mesas llenas de botellas y por fin se dio el pitazo inicial. El juego empezó con dominio de Colombia, tocando, abriendo espacios y encarando.

Minuto 4:15, David Ospina agarró el balón, le dio un pase a Camilo Zúñiga, el lateral le entregó el balón a James Rodríguez, este le dio un pase corto a Abel Aguilar, el cual estando en la mitad del terreno, se la devolvió a James. El numero 10 de la selección alzó la cabeza un segundo y de zurdazo le tiró un pase al espacio profundo a Juan Guillermo Cuadrado, el cual controló y llegó a la línea derecha del área. Con una gambeta corta, Cuadrado esquivó al jugador que lo marcaba, y luego de ver a James que entraba desde afuera del área, mando un pase rastrero el cual, el volante del equipo colombiano, no logro impactar.

Todos gritamos ¡Ay!, pareció como si James se hubiera “descachao”. Pero desde atrás, y con su pierna menos hábil, Pablo Armero, más conocido como ‘Miñia’, sacó un remate cruzado, este no salió muy fuerte, y rozó un defensa del equipo contrario, algo que le quito un poco más de fuerza. El balón parecía que no iba a entrar, la jugada se volvió lenta y solo se escuchaban gritos a mi alrededor, el arquero intentó recomponer su camino, pues el chute cruzado y el rebote en su compañero, lo dejaron mal parado. El balón avanzó lento y girando en su propio eje hasta que ingresó en el arco, exactamente en el minuto 4:48.

Crispetas, aguardiente, cerveza y hielo. Todo volaba por los aires, la voz “del cantante del gol” aturdía, pero tanta era la euforia del momento, que la mejor forma de volvernos sordos ante tal sonido era envolvernos en un abrazo comunal con todos los de la mesa. No habíamos logrado que nuestra piel, aun erizada al escuchar nuestro himno en el estadio de Belo Horizonte volviera a su normalidad, cuando la sensación de un gol mundialista encendió nuestra alegría y la ilusión de hacer el mejor Mundial de nuestra historia.

Todos los jugadores colombianos corrieron al banco de suplentes, juntos, como si de una coreografía se tratase, bailaron al ritmo de Armero, el cual puso a vibrar todo un país. La alegría nos invadió, nos sentimos los mejores del mundo, el partido se fue dando a nuestro favor y pasaron los minutos, los cuales trajeron otros dos goles. Teófilo y James respectivamente, aumentaron el marcador a 3-0.

Cuando acabó el partido, nos dimos cuenta de que Armero, había batido un récord nacional, pues realizo el gol más rápido de Colombia en la historia de los Mundiales. Atrás quedó el gol de Francisco Zuluaga en el mundial de Chile 62’ frente a Uruguay en el minuto 19’.

Así arrancó el Mundial que más alegrías nos ha dado a los colombianos, que dejo a James como goleador, a Alemania como Campeón, a Brasil con la peor goleada en contra y a Messi como mejor jugador del torneo.

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Sobre el autor
Andrés Felipe Mesa López
Joven con buena disposción para aprender, con ganas de crecer y ser un muy buen periodista. Aficionado por el deporte, inclinado más por el fútbol y apasionado por el DIM